La muñeca
Este es un drama cotidiano, hasta en las mejores familias sucede, pues a la princesa del hogar se le brindan todas las facilidades, se le abren todas las puertas y se le permite todo.
Cuando la belleza va a acompañada de la juventud, y el buen comportamiento nos hace creer que el entendimiento las llevará por buen camino, les facilitamos todo a esas hermosas criaturas.
Creemos ciegamente que el amor prodigado las protegerá de cualquier evento no deseado, nos aferramos a la ilusa idea de que nadie se atreverá a mancillar a tan hermosa beba.
Sus contoneos naturales y la coquetería que aflora, la imaginamos solo como una especie de desarrollo normal, en el que las hormonas hacen su trabajo y nosotros como protectores, solo tenemos que admirar los cambios que en su fisonomía se van presentando.
Cuando las bellezas se acercan a la mayoría de edad, vemos con preocupación los rondines que acostumbran los machos alborotados, pero siempre pensamos que la prudencia y las buenas costumbres inculcadas se habrán arraigado en la hermosa inquilina del hogar.
Siempre desechamos la posibilidad de que ella, con su actitud, vaya a provocar un daño moral irreversible al apellido familiar.
Pero cuando las salidas sin permiso son recurrentes, nosotros los encargados de su educación y manutención debemos de poner atención, pues la desobediencia juvenil conlleva el riesgo de tener consecuencias desastrosas.
No es necesario humillarla a su regreso a altas horas de la noche, tampoco ofenderla buscando olores raros, sino tratar de prodigarle cariño extra mientras se le alimenta, ellas son muy perceptivas y saben que las pláticas nocturnas no las hacen cambiar de actitud, pero a nosotros nos tranquilizan mucho.
Ahora que sí, producto de su vida alegre, la beba regresa con una mirada elocuente, un crecimiento natural en su vientre y futuros herederos que mantener, usted no se desespere esto le sucede a cualquiera, no hay ningún, sino que los persiga, ni tiene usted mala suerte.
Al menos así me lo explicó mi amigo, cuando me informó que mi perro Bruno ya eran abuelo natural de 8 preciosos cachorros de su perra “La Muñeca”.
Vayan desde aquí, los parabienes para la hermosa perra labrador chocolate, que ha enriquecido la especie con sus deslices naturales. Y son naturales, por qué pasó lo que naturalmente pasa cuando un feo perro corriente le pasa corriente a la hermosa muñeca que tenemos en la casa.
Mi amigo se encontraba triste en un principio, pero como cualquier abuelo ya siente que quiere a la negra descendencia de su perra, pues todos absolutamente todos nacieron con ese discreto color de moda.
Dice mi amigo que pondrá en adopción a toda la descendencia, pues difícilmente podría vender uno, ya que el desconocimiento del padre hace difícil suponer que características tendrán los cachorros.
Para los lectores que estén interesado en adoptar un medio nieto del Bruno pongo a disposición mi correo electrónico, para así poder enlazarlos con el “desgraciado” de mi amigo, le pongo desgraciado porque últimamente nada le hace gracia.
Excepto claro los cuidados amorosos que tiene para con sus cachorros LA MUÑECA.
Jorge Alberto Pérez González