Siete años de la 4T: Fiesta en palacio, crisis en México
Mientras la presidenta Claudia Sheinbaum prepara una celebración en el zócalo el 6 de diciembre por los siete años del proyecto político llamado “Cuarta Transformación”, millones de mexicanos sienten que no hay absolutamente nada que festejar. El país no está para ceremonias, discursos triunfalistas ni aplausos prefabricados: está para rendir cuentas.
La 4T llega a este aniversario con un país fracturado, agotado, más pobre, más violento y con instituciones debilitadas. Celebrar ahora, con la nación en estas condiciones, no es solo una desconexión del poder con la ciudadanía: es una falta de respeto.
Seguridad: un retroceso que ni el mejor mitin puede ocultar…
En siete años, México no logró reducir la violencia. No hubo una “paz duradera”, ni una “estrategia innovadora”, como se prometió. Lo que sí hubo fueron cifras históricas de homicidios, territorios controlados por el crimen organizado, desplazamientos, desapariciones y regiones enteras donde el Estado simplemente dejó de existir.
El relato oficial insiste en que se heredó un país violento. Muy bien. ¿Y estos siete años? ¿Dónde está el cambio que juraron encabezar?
Quien gobierna sabe en qué terreno pisa, y si tras siete años el país sigue igual o peor, la responsabilidad ya no es de los gobiernos pasados —es de quienes prometieron transformarlo.
Educación: generaciones enteras pagando el precio del abandono…
La 4T insistió en que la educación sería prioridad, lo que obtuvo México fue deserción, pérdida de aprendizajes, improvisación, destrucción de instituciones, desaparición de programas clave y un sistema educativo más pobre y más débil.
El rezago educativo de esta generación será, por décadas, el costo más alto del experimento político en curso. Pero hoy quieren celebrar.
Salud: la “revolución” que terminó sin medicinas…
Desaparecieron el Seguro Popular, improvisaron un INSABI que colapsó, y después crearon un sistema que no ha logrado garantizar medicamentos ni tratamientos.
Mientras tanto, miles de niños con cáncer, pacientes crónicos y adultos mayores han vivido en carne propia la tragedia del desabasto.
¿De verdad un gobierno con estas cifras quiere conmemorar algo?
Campo mexicano: seis años prometiendo justicia… y hoy más abandonado que nunca…
Los productores del campo, que siempre fueron bandera política del gobierno, hoy enfrentan pérdidas, falta de apoyo, mínima competitividad y programas que no subsanan ni lo más básico.
Se pidió paciencia, se prometió prosperidad, se habló de “soberanía alimentaria”. Lo que llegó fue lo contrario: abandono, importaciones históricas, precios injustos y productores cansados de pedir lo que es suyo por derecho.
La celebración que prepara la presidenta Sheinbaum no es un acto de reconocimiento histórico, es un intento de fijar una narrativa: la idea de que la 4T transformó al país.
Pero las transformaciones verdaderas no necesitan mítines, se ven en las calles, en las escuelas, en los hospitales, en los campos, en la seguridad de las familias.
Y hoy, México no muestra signos de una transformación positiva. Muestra cansancio, miedo, hartazgo, polarización y una profunda incertidumbre.
Resulta doloroso, casi insultante, que mientras el país se cae a pedazos, el gobierno federal se ocupe en celebrar.
La ciudadanía no busca fiesta: busca justicia, seguridad, oportunidades, escuelas funcionales, hospitales con medicinas, gobiernos que asuman responsabilidad.
Si la 4T cree que hay algo que conmemorar, debería revisar antes la realidad que viven millones. Porque la verdadera transformación no se declama en un templete: se construye con resultados.
Y, a siete años, esos resultados siguen sin aparecer…