Un riesgo olvidado
Corría -la memoria empieza a serme infiel- el año 1993 ó 1994.
Un diálogo sostenido frente a quien escribe estas líneas, tenía como escenario un terreno aledaño a un vado bajo las aguas que se adivinaba más que verse, por la torrencial corriente del río San Marcos, de Ciudad Victoria.
“Oye, mira dónde fue a dar la estufa de tu casa”, le decía Pedro Alfonso García a uno de sus voceadores, que había perdido casi todo su patrimonio por la devastadora fuerza de la avenida, generada por una histórica avenida de ese brazo fluvial.
“No jefe”, contestó entre preocupado y divertido, “yo no tenía estufa; esa la trajo el agua quién sabe de dónde”.
Rememoro este pasaje por lo que hoy sucede con numerosas familias asentadas en una parte del lecho de ese río, al cual los victorenses estaban acostumbrados en esos años a verlo seco y sin riesgo alguno. Hasta que una tormenta que nadie esperaba les recordó que la naturaleza, sobre lo que sea, siempre trata de recuperar lo suyo.
Era en esos días alcalde de esta capital, Gustavo Cárdenas Gutiérrez, quien había desarrollado en el lecho del río una serie de canchas para básquetbol y voleibol, como parte de un programa de apoyo al deporte y a la convivencia familiar y social. Las buenas intenciones se hicieron pedazos junto con casi todas las obras.
Las enormes losas de concreto construidas para esos fines fueron literalmente arrancadas de la superficie y levantadas como papeles por las devastadoras aguas, formando una especie de represa que desvió el incontenible torrente hacia las márgenes y alcanzó a decenas de hogares, que en algunos casos fueron casi reducidos a escombros.
Lo anterior es sólo un botón de muestra de lo que podría volver a suceder en ese mismo río, otra vez seco durante muchos años y con uno que otro arroyo durante las lluvias.
Pero ¿Quién puede asegurar que no vuelva a suceder una catástrofe como la ocurrida más de treinta años atrás?
No, no se trata de un asunto trivial.
Tampoco es un problema que se resuelva con la concesión graciosa de una simple firma, con un acto de buena voluntad, una movilización social o un golpe de autoridad, sea cuál sea el alcance de ésta.
Va más allá de eso: Su solución, si la hay, conlleva no sólo evitar daños patrimoniales, sino inclusive la posible pérdida de vidas.
Todo lo anterior vuelve a tener vigencia ante el potencial y casi inevitable desalojo que busca llevar a cabo la Comisión Nacional del Agua en Ciudad Victoria, en una superficie ganada al lecho del río San Marcos en esta capital, en donde numerosas familias se asentaron de manera ilegal, pero sobre todo de manera peligrosa, aunque en estos momentos parezca mínimo el riesgo.
Ojalá se encuentren opciones para solucionar lo que desde hace décadas debieron prevenir las autoridades.
Ojalá que los afectados sean atendidos en sus demandas de apoyo y ojalá que no haya que lamentar ninguna pérdida humana por no darle la prioridad indispensable a este problema…
¿INTELIGENTES?
Por favor que alguien explique por qué dicen que los nuevos semáforos en Victoria son “inteligentes”.
Los artefactos sin incapaces de detectar el alto flujo vehicular y se siguen dando casos en que a una fila de diez a quince vehículos el aparatejo le concede sólo cinco o seis segundos de luz verde para girar a la izquierda o cruzar la avenida 16.
Un sistema muy caro, pero poco eficiente…
X: @LABERINTOS_HOY