Domingo Familiar
“Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios de toda consolación, quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que, con el mismo consuelo que de Dios hemos recibido, también nosotros podamos consolar a todos los que sufren. (2 Corintios 1:3-4),
Cuánta verdad hay en tus palabras Padre mío, cuánta terquedad hay en mi ser, que cuando tú me dices detente, yo hago oídos sordos, y sigo adelante y tropiezo; qué necedad tan insistente la mía, al pensar que puedo caminar sin tu guía. Cuántas veces me has hablado y yo finjo no escucharte, pensando que las cosas del mundo es lo mío, porque el cielo me parece tan lejano y con ello el consuelo de tu misericordia.
Cuánto me amas Padre, que, sin merecer el perdón, me has perdonado tantas veces, y si el sufrimiento mortifica mi cuerpo, yo sé que lo tengo muy merecido, pero el dolor es un regalo, cuando me da la oportunidad de arrepentirme y sobre todo, me permite acercarme a ti pidiendo me consueles, buscando sanes mis heridas con el bálsamo tan preciado de tu amor.
Señor mío y Dios mío, nunca dejes de amarme, porque yo siempre necesitaré de tu amor y de tu divina sabiduría, quédate conmigo, con mi familia, quédate en todo tiempo y todo lugar, hasta que mi espíritu vuelva a ti, con la misma pureza con la animaste mi ser desde el primer momento en que vi tu luz divina.
Dios bendiga a nuestra familia y bendiga todos nuestros Domingos Familiares.
enfoque_sbc@hotmail.com