En muchas casas de Tamaulipas, seguir estudiando es una lucha diaria. No siempre hay dinero para útiles, transporte o siquiera para comer tres veces al día. Para miles de niñas, niños y jóvenes, una beca no es un beneficio… es una salvación.
Más de 2 mil 600 estudiantes recibieron un apoyo que les cambia el horizonte. No es solo un depósito económico. Es la posibilidad de no abandonar la escuela, de no rendirse, de no quedarse atrás.
Los apoyos forman parte de los programas “Esperanza de Tamaulipas” y “Para la Inclusión Social en Tamaulipas”, impulsados desde el sistema DIF estatal. Ambos están dirigidos a menores y jóvenes que viven entre la orfandad, la discapacidad o la pobreza extrema.
Aquí hay historias que trascienden los discursos. Niñas y niños que perdieron a sus padres por la violencia. Jóvenes que caminan kilómetros para llegar a clase. Estudiantes que luchan con una discapacidad y con un sistema que no siempre los incluye.
La beca “Esperanza de Tamaulipas” está destinada a menores que perdieron a sus padres por delitos graves o que son víctimas directas de violencia. Para ellos, el apoyo no solamente paga cuadernos. Les brinda esperanza.
La beca “Para la Inclusión Social en Tamaulipas” llega a estudiantes con discapacidad visual, auditiva, motriz o intelectual leve. Jóvenes que, además de estudiar, tienen que pelear contra la discriminación y la falta de infraestructura.
En este ciclo escolar, apenas 13 estudiantes recibieron simbólicamente su apoyo. Afuera en las calles, miles esperan lo mismo: una oportunidad que los mantenga en la escuela y lejos del abandono.