No es solo una fila de tráileres detenidos. Es una fila de vidas en pausa. Desde el martes, decenas de operadores permanecen atrapados en la frontera, con cargamentos perecederos y sin certeza sobre cuándo podrán seguir su camino.
Los tráileres llegaron desde Estados Unidos cargados con maíz, sorgo y semillas. Lograron cruzar el Puente Internacional Progreso, en Río Bravo, pero su avance terminó ahí. Frente a ellos, un bloqueo carretero impuesto por agricultores cerró la autopista Matamoros–Reynosa.
Desde el amanecer del martes, la carretera dejó de ser carretera y se convirtió en campamento. Los operadores cocinan donde pueden, duermen dentro de las cabinas y observan cómo el tiempo juega en su contra.
“Traemos sorgo, maíz, semillas, de todo… y no hemos podido llegar a ningún lado. Aquí estamos varados. Mejor vamos a comer algo”, relata uno de los operadores, resignado, mientras señala la interminable línea de tráileres detenidos.
Mientras la carga permanece inmóvil, los agricultores continúan firmes. Aseguran que los granos extranjeros les están asfixiando el campo mexicano. Denuncian que los subsidios del gobierno estadounidense hacen imposible competir en precios.
Las negociaciones con la Secretaría de Gobernación fracasaron, y con ellas también la esperanza de reabrir la carretera. Por eso decidieron permanecer ahí, incluso pasar la noche sobre el asfalto.
Y mientras unos defienden su tierra, otros resguardan mercancía que se echa a perder poco a poco al sol. Conforme pasan las horas, más tráileres llegan y la fila crece como una herida abierta en la frontera.
Aquí no hay números. Hay personas. Hay comida que no llega. Hay caminos cerrados… y familias esperando del otro lado del volante.