“¡Oh bienaventurada tú que has creído! Porque se cumplirán sin falta las cosas que se te han dicho de parte del Señor. Entonces María dijo: Mi alma glorifica al Señor, y mi espíritu está transportado de gozo en el Dios salvador mío: porque ha puesto los ojos en la bajeza de su esclava; por tanto, ya desde ahora me llamarán bienaventurada todas las generaciones.” (Lc.1:45-48)
Y bienaventurados todos, por tener una madre que nos dio la vida, porque, aunque estuviera ausente, siempre estará presente en el corazón de los que conocimos el verdadero amor.
Mi gratitud eterna a Dios, por la vida y salud de mi madre, mi gratitud por el gozo de tenerla aún conmigo, y la súplica por alcanzar su perdón por todo aquello que pudiera haberla herido, por obra u omisión, por las ausencias conscientes e inconscientes.
Hoy dedico este poema a María, mi madre y a todas las mujeres que han sido bendecidas por Dios con la maternidad.
MADRE SENTIMIENTO DE PUREZA
Aquello que da calor a nuestra vida,
y estremece a nuestro ser por consecuencia.
Aquello que de la semilla fértil es concebida,
que en el mundo e infinito demuestra su presencia.
Amor que suavemente cura nuestra herida,
que perdona y disimula con cariño y complacencia.
Amor que brota de una fuente de ternura consentida,
que espera y vence la fatiga con paciencia.
Sentimiento que Dios diera a mi estructura definida,
sublime inspiración, divina y sutil fragancia.
Sentimiento que mece en calma mi vida referida,
caricia dulce, que hace de mi sueño placentera estancia.
Fortaleza indestructible que protege mi salida,
esperanza eterna que de fe nos colma en abundancia.
Fortaleza, que ni aún el tiempo, si marcara tu partida,
pudiera transformar tu hermosura y tu elegancia.
Para ti, sentimiento de pureza, mi palabra convertida,
que, en mí, su raíz sentara residencia.
Para ti, madre, sentimiento de pureza bendecida,
que dejaste impresa en mi alma,
la grandeza de tu amor, como la más valiosa herencia recibida.
¡Feliz día de las madres!