En un país donde la salud debería ser un derecho fundamental garantizado para todos, la realidad que enfrentamos en México es desalentadora. La situación actual es un reflejo de un sistema que se encuentra en crisis, afectando a millones de mexicanos, y Tamaulipas no es la excepción.
En más de una ocasión se ha afirmado que el sistema de salud en México sería comparable al de Dinamarca. Sin embargo, la cruda realidad nos muestra un panorama completamente distinto, plagado de carencias y desafíos que parecen eludirnos. La salud, derecho humano fundamental, parece haber caído en un abismo del que urge rescatarla.
El desabasto de medicamentos es un problema que se ha convertido en el rostro más visible de la crisis sanitaria que sacude a nuestro país. Padres de familia recorren kilómetros en busca de medicamentos para sus hijos, pacientes con enfermedades crónicas ven interrumpidos sus tratamientos, y la población vulnerable se encuentra, en muchos casos, desamparada y sin respuestas.
Los hospitales, clínicas y centros de salud se enfrentan a retos que van más allá de lo estrictamente médico. El IMSS y el ISSSTE, pilares esenciales del sistema de salud mexicano, se encuentran sobrecargados y con recursos que parecen diluirse ante la creciente demanda. La falta de mantenimiento y actualización de la infraestructura hospitalaria resulta evidente, al punto de que situaciones inverosímiles, como la ocurrida en el hospital comunitario de Macuspana, Tabasco, se han convertido en el día a día.
En dicho hospital, el personal de salud, con un ingenio admirable pero triste, improvisó una campana cefálica neonatal con un garrafón de agua para auxiliar a un bebé con dificultades respiratorias. Este caso ilustra la capacidad, dedicación y esfuerzo del personal médico que, frente a las adversidades, no escatima en su misión de proteger vidas. Médicos, enfermeras y todo el personal del sector salud son verdaderos héroes que, pese a las condiciones adversas, demuestran diariamente una vocación inquebrantable por el bienestar de sus pacientes.
Es inaceptable que, en pleno siglo XXI, los mexicanos tengamos que luchar por acceder a un derecho tan básico como la salud. La promesa de un sistema de salud digno y eficiente no puede seguir siendo solo eso: una promesa. Es urgente que las autoridades tomen medidas concretas para abordar esta crisis. Necesitamos una inversión real en infraestructura, y sobre todo, un compromiso genuino para erradicar la corrupción que ha permeado en el sector salud.
Inversión efectiva, transparencia en la gestión de recursos y una auténtica voluntad política para transformar el sistema de salud son aspectos imprescindibles para avanzar hacia un sistema digno y eficiente. Es momento de que México despierte a esta urgente realidad y que juntos, gobierno y sociedad, construyamos el camino hacia un cambio tangible.
La salud no puede ser un privilegio de unos pocos; debe ser un derecho garantizado para todos los mexicanos. Empecemos a trabajar en la construcción de un sistema de salud que realmente funcione para todos.
La salud de nuestra población es un reflejo de nuestra sociedad, y es nuestra responsabilidad exigir un cambio. No podemos permitir que la indiferencia y la inacción continúen costando vidas.
El cuidado de la salud es un legado que debemos proteger y fortalecer, un reflejo de la justicia y humanidad que aspiramos a alcanzar.
Es momento de actuar…