Entonces yo tenía apenas 10 años, cuando aquel viejo sabio me dijo: Tan sencillo como esto, sí yo hubiese tenido plena conciencia a tu edad hubiera atesorado lo mejor de cada día que viví, pero la vida para mí, a esa edad, era juego, era estudio, era seguir una pauta de conducta y organización, dictada por los mayores de mi familia y por los maestros de escuela, y al no poder hacer lo que quería, pues mi palabra no hacía eco en la conciencia de los que me escuchaban, que igualmente habían sido educados para obedecer, optaba por preguntarme: ¿Qué o quién soy? Pero la respuesta a esa pregunta no llegaría hasta que fui quien ellos querían que fuera, fue entonces cuando desperté, para buscar ser lo que quería, y saber quién era en realidad. Entonces, yo le pregunté: ¿para ser sabio se necesita ser viejo?, No, contesto el sabio, para ser viejo sólo se necesita dejarse llevar por el tiempo, pero para ser sabio, se requiere hacer del tiempo lo que en verdad debes de hacer por ti mismo, ¿entiendes eso? Yo abría lo más que podía los ojos para tratar de hacerle comprender al sabio, que parecía que me hablaba en otro idioma y como si me hubiera leído el pensamiento o si mi lenguaje corporal evidenciara lo que estaba pensando, el sabio dijo: No necesitas abrir tanto los ojos, lo que necesitas es abrir tu mente al conocimiento de lo que vives, entonces tus ojos, tus oídos, y todos tus sentidos que estén en contacto con tu entorno, te mostrarán lo que está más allá de las vagas interpretaciones que haces, del acontecer del mundo en el que vives.
Entonces le pregunte al sabio: ¿Y tú ya encontraste la respuesta a quién eres? El viejo contestó, si así fuera, seguramente al no seguir buscando, dejaría de ser sabio.
Entonces tenía apenas 10 años cuando aquel viejo sabio, puso su mano derecha sobre mi hombro derecho y dijo: YO SOY; ahora sigue caminando, y que el saber las cosas del mundo no te quiten el sueño, porque tu conciencia ha despertado para entender que más allá de obtener logros personales, tu presencia en el mundo tiene como primer fin, liberar tu conciencia para que ésta pueda lograr entender lo que más adelante te espera.
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