Para el siguiente año 2023 debemos de estar pendientes de varias cosas: el impacto del conflicto bélico entre Ucrania-Rusia, los problemas para controlar la inflación en el mundo, el caos que se avecina en los mercados energéticos y la postura que tomarán China y Estados Unidos con su guerra comercial.

La economía mundial está creciendo cada vez más lento y muchos países tienen riesgo de caer en recesión económica en 2023. Según una encuesta de Deloitte el 39% de los CFOs esperan que la economía de Norteamérica se estanque y el 46% pronostica una recesión. Ahora la mayoría de las calificadoras mundiales pronostican que el crecimiento económico en el mundo será entre 1.5 y 3%, mientras que la economía de China se cree que andará entre 3.5% y 5% de crecimiento del PIB.

La inflación afectará en mayor medida a los minoristas y se cree que la inflación mundial será alrededor del 6%. Las grandes compañías cada vez tienen más problemas para mantenerse imparciales en los asuntos relacionados a la política y a los temas sociales debido a la situación de “permacrisis” (crisis permanente) que vivimos.

Por otro lado, en México se prevé que el crecimiento del PIB real se desacelere desde un 2,5% este año hasta el 1,6% en 2023, pero con un repunte al 2,1% en 2024. El consumo se verá respaldado por la mejora gradual del mercado laboral, si bien la elevada inflación le restará fuerza.

Hay tantas cosas aún en el aire que los pronósticos para 2023 se antojan —para México y el mundo— imprecisos. La duración de la guerra en Ucrania y el acomodo europeo en términos energéticos aún tendrán impacto global. La lucha por el poder entre China y Estados Unidos, que en México estamos lejos de entender, moverá más piezas en el ajedrez financiero del planeta. La recesión en Estados Unidos, a la que Bloomberg ya le asigna un 100% de probabilidad, ralentizará el crecimiento económico de economías como la mexicana que estarán un poco a merced de la profundidad y duración de la misma.

En ese entorno revuelto y volátil, México tendría que hacer ajustes profundos. Aprovechar la ventaja competitiva que tiene al formar parte de América del Norte y corregir los problemas estructurales que han disminuido el potencial económico del país.