Estos días para mí son días de paz y de recogimiento, y estando una noche sentado frente al luminoso árbol de la vida, entre dormido y despierto, evoqué el recuerdo del primer anhelo de mi acercamiento a la eternidad, que me convertiría en abuelo; el Señor me observaba, y yo sentía su divina presencia, y al verme tan callado y nostálgico me dijo: Nada de lo que ha sido creado bajo mi complacencia se pierde, por el contrario, regresa a quien lo considera perdido ¿Acaso has perdido algo? Tú lo has dicho mi Señor, nada de que Túcreas, se puede perder, por el contrario, resulta ser una pieza clave para entender más la Palabra que alimenta nuestro espíritu, y que bajo la doctrina de Jesús nuestro Salvador nos llega día a día desde que fue enviado por ti.  Ahora dime, escritor de los sentimientos, ¿por qué has evocado un recuerdo de tan trascendente magnitud? Porque de lo mucho que tengo y he tenido en la vida, lo que considero que esy ha sido imprescindible para mí es el amorespiritual; ese sentimiento divino que es ilimitado y trasciende a nuestros sentidos y pensamientos, y que hoy, en fechas tan propias del nacimiento del amor, recordé igualmente emocionado, el momento en que presumiblemente iba a ser abuelo por primera vez; aquella maravillosa ocasión en la que mi primerahija llevaba en su vientre la semilla fertilizada y con ello, el ser tan esperado. Sí, lo recuerdo bien, dijo el Señor, por cierto, de cariño te adelantaste al bautismo y lo hacías llamar como Garbancito, tu pequeño gran primer nieto, cuyo espíritu regresó tempranamente a mí, porque una de las partes,desdeñó el milagro, y ante la falta de apego, la atracción de la fuente de vida creadora y totipotencial, regresó la esencia divina a su origen, quedando en espera de encontrar un alojamiento pleno, mas no estés triste, él es tan feliz y te sigue amando como ama a su madre, quien para no olvidarse de él le pidió a Jesucristo le clavara una espina de su divina corona, misma que saldrá de su corazón cuando sus hijos valoren lo que es tener una madre.

Un frío viento se coló por la ventana de la sala, mismo que me sacó de mi profunda meditación, la verdad, nunca supe si lo ocurrido sólo fue un sueño, pero mi fe me dice que para Dios no ha imposibles.

¿Puede una mujer olvidar a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas? Aunque ellas se olvidaran, yo no te olvidaré. (Isaías 49:15).

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