“Qué ironía de la vida, resulta que se le recuerda con más agrado al que muere sin haberse esforzado, que aquél que se esfuerza en vivir tratando de ser bien recordado” (sbc).
He escuchado decirles a las personas la frase “Eres un diamante en bruto” y sentirla no como la posibilidad de explotar un gran potencial para desarrollarse a plenitud, sino como una especie de sentencia ofensiva, en fin, los mexicanos somos tan especiales para utilizar el lenguaje y hacerle sentir a otros lo que de acuerdo a su estado de ánimo pudiera ser interpretado como un halago o una ofensa.
Cuando una persona está predispuesta a ofender, seguramente que encontrará un gran repertorio dentro la cultura nacional, mas, qué injusto resulta tener que ser ofendido, por motivos ajenos a tu persona.
En ocasiones no basta sentir que se vive en la tranquilidad de presumirse inocente, pues siempre habrá quien te pida cuentas claras, sólo por el hecho de parecer sospechoso, te aplican la regla que sentencia “Alguien tiene que pagar los platos rotos”.
Vivir a la defensiva siempre resulta sumamente fatigoso y poco saludable; vivir en la incertidumbre de que en cualquier momento a alguien se le ocurra que todo lo malo que le pasa es por tu causa, aunque no pueda comprobarte ninguna interacción para que le suceda lo malo, o simplemente para aceptar que es víctima de su propio karma.
En una ocasión, mi abuela nos explicaba a sus nietos que para no meterse en dimes y diretes o ser sujeto de malas interpretaciones, era mejor adoptar la regla que cita “Calladitos se ven más bonitos”
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