Un buen día, cuando mi mente buscaba reposo en la meditación, llegó mi pequeño y amado nieto Emiliano, que en ese entonces tenía en su haber la edad de 4 años; el tocó suavemente mi antebrazo derecho y me hizo salir de mi cavilación, mi primer impulso fue invitarlo a que saliera de la habitación a la que he dado en llamar mi taller literario, pero al verlo a los ojos, intuí una profunda mirada de tristeza, entonces le pregunté: ¿Te pasa algo? y al escuchar la pregunta, dos grandes lágrimas rodaron por sus mejillas; y sin preguntar más, hice mío su dolor y lo abracé, con tanto amor como el que recibo cuando la misericordia de Dios me abraza, el niño sollozó por un par de minutos, saqué mi pañuelo y con el enjugué sus lágrimas, cuando llegó la calma a su alma, sin más él preguntó: ¿Abuelo, tú has sentido culpa por algo? Le contesté afirmativamente, pero le hice la aclaración, que antes de darle entrada al sentimiento de culpa, debemos primero de considerar si realmente hemos cometido un acto que nos hagan merecer el cargar con ella, pues, resulta más dañino para la salud física, mental y espiritual, asumir culpas que no son nuestras. El niño trató se asimilar aquello, pero percibí que aún le quedaban dudas, por lo que procedí a darle algunos ejemplos sencillos, como el caso de una persona que se culpaba por las enfermedades de alguna otra persona, sea familiar, amigo o conocido, entonces, más calmado, respiró profundamente, me dio un cálido abrazo y me dio las gracias.

Según Sigmund Freud, médico neurólogo austriaco, considerado el padre del Psicoanálisis, la culpa es el “dolor psíquico” que se impone el propio individuo por haber traicionado a otro y por poner en riesgo su amor.

Seguramente muchos de nosotros hemos tenido sentimiento de culpa, cuando sin desearlo de corazón le causamos algún tipo de daño a nuestro prójimo, pensando que nuestro actuar para ayudar a alguien fue insuficiente y nos causa remordimiento o dolor el hecho de verlo sufrir.

Es frecuente, en mi consulta, tratar a personas que tienen sentimiento de culpa ocasionado por motivos que de ser analizados a conciencia, realmente nos pueden liberar del pesado yugo de la culpa, estas personas además del sufrimiento psíquico, por lo general, padecen de un deterioro de su estado de salud física, deseando en algunas ocasiones dejar de existir para acallar el mencionado dolor, de ahí que es necesario referirlas a los especialistas de salud mental, para recibir el tratamiento psicoterapéutico y o medicamentoso para tratar trastornos como la depresión, la ansiedad y otras alteraciones que se derivan de su afección emocional.

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