SÍ, soy yo, tal vez no me conozcas en estos momentos, o finjas no conocerme, porque ha pasado ya mucho tiempo, porque han pasado tantas cosas. Sí, quizá ya no sea el mismo, cómo podría serlo, soy como todo en el universo, como todo lo que pasa en el planeta y nos afecta. Sí, ahora soy más vulnerable, y no me gusta serlo, pero qué puedo hacer, soy materia, y estoy sujeto a la ley de la conservación, no me creo, ni me destruyo, sólo me transformo. Te diré otra cosa, desde que tengo plena conciencia, he aprendido mucho, pero no tanto como para sentirme libre, como para librarme de la negatividad que emana de los demás o de las malas vibra que llegan sin desearlo a mi vida. ¿Me ha faltado firmeza? lo acepto, pero cómo poder ser firme cuando mi naturaleza está íntimamente ligada al amor; habrás oído decir que el amar nubla la razón y te hace muy sensible al dolor, ahora lo he confirmado, ser una persona dura de carácter, no es lo mío, aunque así lo parezca en ocasiones, podría decirse que es parte de las inconveniencias de tener plena conciencia, te vuelves tan susceptible a realizar un profundo análisis de todo lo que te sucede y le sucede a las personas que amas, todo ello, para evitar lastimarlas cuando te asista la razón, y de antemano sepas cómo debes actuar ante la ofuscación exagerada, la negligencia, la necedad, la intolerancia. Mi madre me decía  de niño, cuando enfrentaba la embestida verbal o física de quienes me agredían: Alguien tiene que ceder cuando el conflicto rebasa el razonamiento, esto para evitar una mayor desgracia y para evitar sufrimiento a terceros; eso lo entendí a la primera, pero tuve que resistir ese inconveniente por mucho tiempo, porque amar a mi madre siempre fue y sigue siendo una prioridad para mí; cómo no iba a poder aguantar, si ella me dio la vida, sin ella no hubiera sido nadie; más cuando inició mi transformación, cuando bloqueé mi plena conciencia y di paso a mis instintos de supervivencia, llegas Tú a mi vida y me pides que sea humilde, que perdone, que ponga la otra mejilla; me enseñaste que la fuerza, es un  poder que tiene dos caras, que se puede usar para crear o para destruir y me convenciste de que yo había nacido para crear y que mi fuerza radicaría en el amor, me advertiste que sería perseguido, calumniado, que seguiría el maltrato, que tratarían de destruirme; mi pediste que creyera en ti y desde entonces tu voluntad es la mía; ahora sé que la materia sólo es un vehículo para transportar algo más valioso: El espíritu.

Sí, Yo Soy, también tuve miedo, pero confié en mi Padre, y hoy como tú, sé que todo cuanto se haga por amor al prójimo tiene su recompensa, confía en mí, yo estaré contigo hasta el final de los tiempos.

Si alguna vez has dudado de que Dios está contigo, esta reflexión es para ti.

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