Ayer tuve un sueño que quiero compartir, soñé que me encontraba sentado, meditando a la vera del camino de los recuerdos, bajo la sobra del robusto roble de las lamentaciones, me preguntaba que estaba haciendo ahí, y por el dejo de tristeza que me acompañaba, intuí que aquel desánimo requería más que mi análisis, el consejo proveniente de la sabiduría, fue entonces que, para mi fortuna, pasara ésta por el camino y se detuviera a preguntarme lo que me ocurría, entonces yo le dije: Hay una duda, que siendo tan pesada, mantiene mi actitud deprimida. Habla entonces, dijo la sabiduría. Yo sé que bueno es sólo Dios, pero siendo mi naturaleza humana, reconozco en mí, también lo divino, pues el espíritu que me acompaña me fue dado por el Creador, entonces sé que ambas naturalezas mantienen un equilibrio en mi ser para que, por un lado, no me deje llevar por los instintos, y por otro, me deje guiar por la Palabra que emana de la fuente del agua viva del manantial del Unigénito; más hay cosas que aún no puedo entender, debido a mi inmadurez espiritual, y de ello, quiero hablarte. La sabiduría se sentó a mi lado y dijo: Escucho y atiendo. Me es importante saber, le dije, si la mitad humana que poseo resulta defectuosa, porque queriendo ser bueno, parece que a la vista de los caminan junto a mí, sienten mis pasos demasiado rápido y pronto abandonan mi compañía, y al percatarme de ello, disminuyo la velocidad de mi andar para ir a su paso, más eso tampoco parece gustar a mis acompañantes. La sabiduría me contestó: Aquel que te quiere seguir con amor, siempre caminará a tu paso, lo mismo estará contigo cuando lo apures o cuando éste sea lento, más, el que siguió tus pasos por un interés mezquino, para sacar ventaja de ello, desilusionado disminuirá su marcha al no conseguirlo, y al irse alejando de ti, irá contando en su retroceso lo que considera, a conveniencia, son tus defectos, más, conociendo la fortaleza del espíritu que te acompaña y no abandona, pondrá en evidencia sus propios defectos, de ahí que algunos te envidiarán, otros te calumniarán, otros buscarán hacerle daño a tu cuerpo físico, otros más, te irán poniendo obstáculos por el camino para que desistas de seguir caminando; algunos competirán por lo que creen que mereces y pretendes, llegarán a ello, más se darán cuenta que se equivocaron, porque en esa desleal competencia no encontrarán gusto, satisfacción o felicidad; porque nunca pudieron ir a tu paso, ni tuvieron la capacidad de ver que tu propósito nunca fue llegar a la misma meta que ellos perseguían, y nunca pudieron ver lo que tú veías, ni tuvieron la gracia de saber a quién seguías.

“Si el mundo os aborrece, sabed que primero que a vosotros, me aborreció a mí. Si fueras del mundo, el mundo os amaría como cosa suya; pero como no sois del mundo, sino que os entresaqué yo del mundo, por eso el mundo os aborrece.” (Jn 15:18-19).

enfoque_sbc@hotmail.com