Hace algunos días, narraba en uno de mis artículos, cómo la pobreza de nuestro pueblo se hacía más evidente cada día; cité como ejemplo, que había más personas en las calles pidiendo ayuda; si bien es cierto que hay mejores forma de medir la marginación, a mí me bastaba ese sencillo parámetro, más de alguna forma u otra, no había observado hacia el interior de mi familia, pues pensé que gracias a Dios, todos teníamos un trabajo formal o informal, pero debido al alto costo de la vida, lo que se percibe económicamente, cada vez alcanza menos para adquirir la canasta básica, para pagar las colegiaturas, para comprar útiles escolares, para llenar el tanque de gasolina, o pagar los servicios públicos; de tal forma, que sin tratar de  causar alarma, el tema empezaba a comentarse en el hogar; en lo particular, le dije a mi esposa, que era necesario tomar previsiones en cuanto al gasto, propuse tratar de adquirir sólo lo necesario y evitar los excesos, de igual forma, invité a evitar el dispendio de energía eléctrica, de gas y gasolina. Dicho plan de contingencia no me ha funcionado, por el contrario, se han incrementado los gastos, precisamente, por las dificultades económicas por las que algunos miembros de la familia están resintiendo, ya sea por el hecho de la pérdida de su empleo formal, o por lo que comentamos del alza desproporcionada de los productos y servicios de primera necesidad.

En más de una ocasión, me he hecho la pregunta del por qué no me ha funcionado mi plan de ahorro, y la respuesta no tardó en llegar: el resto de la familia piensa, que el hecho de que mi esposa y yo ya estamos en la etapa de adultos mayores; ella jubilada y yo en un tris de hacerlo, ya no necesitamos de nada, piensan, que podemos vivir cada día con menos y podemos apoyar más. He de confesar, que tal vez tengan razón, y que mi esposa está totalmente de acuerdo con ese concepto, pero, antes de aceptar los calificativos de tacaño, miserable, mal cristiano, y demás, pienso en el hecho de que incluso Dios, durante la creación trabajó 6 días sin parar para darle a sus hijos un lugar placentero para vivir, y merecidamente descansó el séptimo día.

¡FELIZ DIA DEL ABUELO!

enfoque_sbc@hotmail.com