Tenemos que hablar, me dijo mi nieto Emiliano; él tiene hoy 15 años y lo conozco perfectamente, he hablado otras muchas veces con él y sé que me escucha, sabe que puede contar conmigo, y confía en que yo puedo entender todo aquello que le preocupa; yo siempre tengo y tendré tiempo para escucharlo, aquí y en el otro plano universal, y la comunicación se da con facilidad y fluye como el agua transparente y fresca que corre por el inagotable río de la vida, y esto es así, porque tenemos una gran empatía, nuestras almas son semejantes y se entienden a la perfección.
Todos tenemos que halar, porque tenemos mucho tiempo de estar callados, y lo que nos ocurrió durante los años más dolorosos de la pandemia de Covid-19, nos ha dejado marcados para siempre, la desaceleración física y mental, nos sirvió para fortalecer la gran fuerza espiritual que todos tenemos y que hoy nos impulsa a conducirnos con una verdad indiscutible: la vida tiene un principio y un fin. Ahora, si aún deseamos hacer de este principio un estado donde reine la estabilidad emocional, necesitamos hacer plena conciencia de que somos poseedores de un poder, que de usarlo adecuadamente, nos dará la oportunidad de evidenciar la gratitud a Dios de tener una y mil oportunidades para mejorar nuestra calidad de vida y contribuir a mejorar la calidad de vida de nuestros semejantes.
Me decía un paciente que es muy afecto a leer y escuchar noticias catastróficas, que se angustia mucho pensando en toda esa mala fe y maldad que circula en el entorno, y que desea con el alma dejar de sentir esa nociva sensación de estar en la cuerda floja, situación que le ocasiona un terrible miedo a vivir, lo escuché con atención y cuando se detuvo a tomar aire, aproveché para decirle: No tiene idea de lo afortunado que es; se me quedó mirando con asombro y replicó: ¿Considera una fortuna el hecho de estar siempre angustiado? No, pero mi sentido de estar bien, me hace considerar su situación en positivo, y por eso considero que es muy afortunado, porque después de que su día anterior fue tan angustioso, tiene el privilegio de despertar al día siguiente y no quiere ver en ello, que tiene una nueva oportunidad para evitar que siga creciendo ese miedo a vivir, entonces, se olvida de agradecerle a Dios, el hecho de nacer a una nueva vida para empezar a disfrutar la luz y no dejar que la oscuridad de sus pensamientos le robe la calidez y la energía a su cuerpo material, situación tan necesaria para fortalecer su fuerza espiritual; recuerde que no sólo de pan vive el hombre, aliméntese con la Palabra de Dios, para transitar felizmente hacia la vida eterna.
“Pedid, y se os dará: buscad, y hallaréis: llamad, y os abrirán. Porque todo el que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.” (Mt 7:7-8)
Tenemos que hablar; dijo mi nieto Emiliano, y la paz del Señor reinó entre nosotros, él nos invitó a sentarnos a la mesa y nos dijo: En verdad les digo, que no hay felicidad más cercana a la vida, que aquella que llega cuando el corazón de ustedes habla y mi corazón escucha.
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