De los que se quejan de insatisfacción por lo que dicen no tener, pero viven soñando en tener más, se nutren, aquellos que sólo tienen en su haber la esperanza, de que los soñadores, hagan realidad sus sueños; por eso, en la vida hay muchos cazadores de sueños ajenos, mismos, que en ocasiones, tienen suerte por encontrarse en el momento y lugar indicados, pero otras, sólo encuentran motivos para seguir sintiéndose desafortunados. Y es que la fortuna no es cuestión de suerte, requiere además de ingenio, de trabajo de calidad y honesto, uniendo su real esfuerzo, a los que igual piensan que la bonanza, requiere de tener fe y confianza en su quehacer y en todo lo dispuesto para que su gran esfuerzo rinda frutos a granel.
Las raíces de un árbol con sed, buscarán encontrar lo que necesitan para poder mantener la viabilidad de la entidad de la que forman parte, no importa cuán profundo tengan que escarbar, su fe, les da la esperanza de llegar al lugar donde se encuentra el agua que necesita.
El hombre debe de ser solidario con su hábitat, si pone atención en los pequeños detalles, verá en ellos la comunicación de plantas y animales, así como el hombre busca a Dios, así los seres vivos de la naturaleza bendita, encontrarán la forma de pedirle lo que necesitan; un ejemplo no muy rebuscado me sucedió ahorita, tenía tiempo que por andar apurado, no le daba de beber a las plantas que están a mi lado, más ellas, para darse a entender, me enviaron, un sinnúmero de radículas llenas de finas velocidades, que como extensión de las raices, empezaron a rodear la ventana donde me asomo para renovar creatividad e ingenio, y al buen entendedor pocas palabras, yo sé que al regalas de nuevo, me lo habrán de agradecer.
Por eso, el hombre, para alcanzar ser escuchado, deberá de alzar sus brazos al cielo y pedir lo que necesita, y no quedarse de brazos cruzados esperando que todo le caiga del cielo.
Si encontramos en todo esto una semejanza, no perdamos la esperanza de que seremos escuchados, para ser liberados de todo mal, que con su cruel acechanza nos tiene hoy desconsolados.
“Fe, esperanza y caridad, son las tres virtudes teologales, hábitos que Dios infunde en la inteligencia y en la voluntad del hombre, para ordenar sus acciones a Dios mismo. Bendice cada día, confía en Dios, ora en todo momento, guarda en tu corazón todo, ama sobre todas las cosas.”
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