Vida, de los recuerdos, el tuyo, nada podría yo reclamarte, si por mi orgullo, no reconociera tus bondades, donde dejaste constancia en todas la etapas de mi desarrollo personal de tu fiel acompañamiento, y atendiste con premura, mis múltiples necesidades, agudizando especialmente todos mis sentidos, de ahí que, a través de la mirada, contemplé los más bellos paisajes y con ello, los más vivos y hermosos colores, y qué decir de los maravillosos y armónicos sonidos como el canto de las aves, o el de las nostálgicas cigarras, que aferradas a la anfractuosa corteza de los árboles, transmitían la nostalgia por las cálidas tardes, y el de los grillos de oscuro camuflaje que al llegar la noche, anunciaban su presencia, y se confundían en la oscuridad de los rincones de las horas que estaban por marcharse; y en las muchas primaveras, llegaban puntuales los olores maravillosos de las flores, para pasar después a deleitarme con los exquisitos sabores de las frutas que colgaban de las ramas de tantas especies naturales de árboles frutales, sin antes tener el placer de tocar la textura de las rosas, con las que solía adornar el escenario, también sagrado para mí, al escarchar el teñir del campanario, que anunciaba el llamado a la misa del domingo; esperando con ansia la salida, después de la adoración tan socorrida por la devoción al santo Padre celestial que nos dio la vida; he ahí la glamurosa y siempre fresca figura de la musa pretendida, para deleitarme con su presencia y su saludable risa, y así disponerme a soñar sin prisa en esos ardientes labios que conforman esa tentación de boca, que provoca el murmullo de un posible amor que llenara mi pequeño mundo.

Quedarse para siempre así, en aquella edad temprana de inmadurez tan sana, donde el temor más grande era dejar las horas partir, sin sentir que bien valía vivir la vida, acompañado por el embeleso de estar enamorado, por ser ésta la esencia que confirmara la presencia de una fuerza divina, que mantiene eternamente la esperanza de ser feliz con quien se ama.
Vida, de los recuerdos el tuyo, me llega el sentido orgullo con plena lucidez, para despertar a una realidad, donde el espíritu jovial que habita en mí, se niega a olvidar los momentos que me hicieron sentir que el vivir es para siempre, aunque mi estructura material se integre un día a la madre tierra, porque por mi fe, sé que mi Padre celestial me espera, para regresar un día a cumplir con su nuevo plan que se incluye en la vida eterna.

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