Hace 44 años conocí lo que podríamos llamar una buena persona, coincidimos en un autobús foráneo, que curiosamente en la parte frontal tenía inscrita una frase: “Este viaje te conducirá a lo inesperado, no te preocupes el chofer se llama Jesús”. He de reconocer, que me dio qué pensar el lema en mención, por lo que lo comenté con la persona que iba a mi lado, ambos parados en el pasillo del autobús, sosteniéndonos con el brazo derecho en un tubo que estaba sujeto del al bastidor superior o marco del techo, porque todos los los asientos estaban ocupados desde que salimos de la central de autobuses a las 5 am; le pregunte al joven cuál era su destino: Voy, me dijo con destino a lo incierto. Su respuesta me confundió, por lo que le pregunté: ¿Dónde queda eso?, el contestó: En el mismo sitio a donde tú te diriges. Imaginé que el hecho de salir tan temprano, y lo molesto de ir parado todo el camino, era motivo suficiente como para no querer entablar una plática, así es que guardé silencio y empecé a evocar los minutos previos al momento en que salí de casa, aquella mañana a las 4:00 am me levanté, desperté a mi esposa, para que me preparara un lonche y acudí a la habitación donde dormían mis hijos para despedirme de ellos, dándoles un beso en la frente, después me preparé para el viaje, no sé cuánto tiempo paso después de estar evocando ese recuerdo, pues al parecer dormité y en una sacudida del autobús, desperté asustado, preguntándome: ¿Qué hago aquí? , volteé a los lados y para mi sorpresa, la persona que viajaba en la misma situación que yo no se encontraba, pensé entonces que había descendido de autobús en alguna parada intermedia, para mi fortuna, faltando 20 minutos para llegar a mi destino se desocupó un asiento y me senté, quedando profundamente dormido hasta llegar a la central de autobuses; arribé a las 7:00 am y me dirigí a mi trabajo, percatándome del hecho de que la persona con la que platiqué  en el autobús,  tenía razón,  mi destino fue incierto, pero con el paso de los años fue develando una verdad de la que muchos quisiéramos escapar, de la influencia de las personas que vibran en negativo, las que buscan desesperadamente apagar la luz que afortunadamente siempre va iluminando el camino para evitar que los tropiezos sean de tal magnitud que al caer ya no puedas levantarte; durante el camino aprendes que las fuerzas que emanan energía negativa te han sido favorables, pues ayudaron a esculpir tu verdadera personalidad, la firmeza de tus principios y valores para que tengas la satisfacción de saber por ti mismo que eres una buena persona.

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