En una ocasión estando en la etapa de la adolescencia, me dijo un sabio: Yo soy la voz que habla dentro de ti, soy tu mejor consejero y aliado, nada que venga del exterior podrá hacerte daño, si escuchas primero la respuesta que te obsequie, yo, tu voz interior, a cuanta duda se te presente.

En la adolescencia siempre estamos cuestionando las respuestas que proceden de aquellos que sabemos representan una autoridad para nosotros, y que por lo general interpretamos como una imposición que se contrapone a nuestros deseos; difícilmente podemos identificar en aquellas sugerencias o consejos el verdadero sentido y el valor de las mismas y terminamos por reñir con los padres, los abuelos, los hermanos mayores, los maestros, incluso con algunos de nuestros amigos.

Dos preguntas me asaltaban con frecuencia en mi adolescencia, una relacionada con saber quién era y la otra, si mi comportamiento era suficientemente juicioso como para creer en lo que yo aceptaba como cierto; cuando le preguntaba a mi madre ella decía: Tú eres una persona con buenos sentimientos, yo estoy tranquila y me siento satisfecha con saber que siempre obrarás de buena fe; mi padre, por otro lado, a la misma pregunta decía: El hecho de saber quién eres, te hará buscar la respuesta en muchos sitios, más me preocupa que seas bondadoso, porque vivimos y viviremos tiempos difíciles y necesitarás saber cuándo deberás poner límites a tu virtud, pues de no hacerlo, serás objeto de muchas presiones, abusos y celos ajenos, necesitas despertar desde hoy y saber madurar para que estés preparado para defender tus derechos como persona. Las respuestas de mis progenitores aún no me dejaban satisfecho, pues sabía que para una madre no hay hijo malo y para un padre conocedor del entono y con experiencia sobrada sobre la volubilidad de los valores de las personas, me invitaba a ser cauto en cuanto el hacer y el actuar en los diferentes ámbitos de la vida; me sentí pues en una encrucijada, con dudas sobre el camino que debería de tomar, de ahí que seguí caminando en línea recta, haciendo descansos cuando el peso de la duda me abrumaba, no me percataba que mi personalidad iba evolucionando para definir al hombre que sin perder los principios afinara los valores.

En una ocasión siendo adulto, una voz que podía escucharse en el universo entero me dijo: Yo soy el que buscas y he estado en ti desde el principio de la creación del mundo que habitas, Yo soy tu Padre, tu madre, tu espíritu, yo soy tu hermano y tu amigo y estaré contigo hasta el fin de los días, porque yo soy el camino, la verdad y la vida.

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