“De tanto dale y dale, como que se cansa uno” Me decía un buen amigo del rancho, con un buen número de años más que yo, y queriéndole dar ánimo le dije: Pero hombre de Dios, si apenas va a la mitad del camino y ya se me anda rajando. Y él, como agarrando más aire de lo que le permiten sus castigados pulmones, por aquello de la fumadera, me contesta: Eso sí que no mi médico, podré estarme quejando, pero rajarme nunca, usté me dice pa donde jalamos y le vamos dando, total, un poco más de carga al cuerpo que ya ha aguantado bastante friega, no pasa de que le sigan a uno rechinando las bisagras de las rodillas o que aparezca el eterno dolor de la cadera.

De veras que tanta humildad y resignación me ocasionó un estremecimiento, seguro por el efecto de un verdadero sentimiento compasivo, sí, para qué he de mentir, si hasta quise abrazarlo, pero sabiéndolo muy de campo con el arraigo de macho, me dije, no me vaya a mal interpretar, por eso le contesté: No mi amigo, esta vez,  usted no tendrá que jalar como bestia, le toca una de buenas, que se le atienda, que se le dé un trato de hermano, por eso traje mi troca, y haga pronto su alforja, porque le voy a ayudar a subir lo que más necesite, para que se dé un merecido descanso.

Y aquel otrora hombre fortachón, hoy por los años encorvado, con su piel tostada por el sol de todos los días, de rudo trabajo con la yunta en el campo, con la siembra, con el regadillo, el desplante de la mala hierba y todo lo que involucra rendir buenas cuentas, para poder pedirle a la madre tierra que sea generosa y que dé una abundante cosecha.

Pues sí, aún a sus ochenta años, el hombre levantó la pierna y subió de un sólo impulso a la camioneta, se acomodó el sombrero mapeado por el sudor y despidiendo ese olor característico de palma húmeda vieja. Al poco rato, el aire cálido que entraba por la ventana acarició su faz cansada y lo fue arrullando, hasta despojar a su cuerpo de esas férreas defensas, escudo y lanza, si las tuviera, el colorido penacho o la máscara de madera, que distingan a los viejos guerreros de nuestro México bravo.

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