En el mundo político, nos encontramos inmersos en una gigantesca ola de diversas opiniones ideológicas sobre los conceptos de derecha e izquierda. Sin embargo, existe una corriente política ideológica que se opone a encasillar sus ideas dentro de una izquierda o una derecha, y busca en aras de una “utilidad” tener una posición más neutral en busca de una aplicación de la política pragmática y tome lo bueno y útil, por sobre la distinción citada, y así hacer que las cosas funcionen.  

Su origen en parte se remonta a la Revolución Francesa (1789) en donde la Asamblea Nacional Francesa se dividió en dos grupos principales, los ubicados en la sala física de la Asamblea en la derecha” estaba compuesta por aquellos que defendían las estructuras sociales y políticas tradicionales y cautelosos ante los cambios radicales en el sistema político y social. Los situados en la izquierda” eran quienes buscaban un cambio radical en la sociedad, pues abogaban por una mayor igualdad, participación popular y la extinción de grupos controladores del sistema tradicional. Fue así como dichas etiquetas políticas llamadas de derecha e “izquierda” nos han trasladado a lo largo de la historia en interminables diferencias ideológicas, polarizandocada vez más nuestro entorno y finalmente sin obtener los resultados esperados.

Es claro el ejemplo de cómo en los gobiernos se ha complicado su capacidad para abordar y resolver los problemas con eficacia; además, dicha polarización podría ser la causa de una evidente parálisis política y una constante confrontación en lugar de usar la colaboración de lo bueno y útil en ambos ideales para el bienestar social. De esta forma, la historia nos muestra lo bien que podría funcionar cuando la “derecha” e “izquierda” han trabajado juntas en pro de objetivos comunes. Una de las anécdotas importantes fue durante la Gran Depresión en la década de 1930, políticos de ambos lados del espectro ideológico en Estados Unidos, implementaron medidas sustantivas que eventualmente ayudaron a superar la crisis, y sin lugar a duda, la adecuada dirección bajo el liderazgo del presidente Franklin D. Roosevelt (1882-1945), quien logró sacar a este país de una crisis conjugando el capitalismo con el socialismo, en el llamado plan “New Deal”, entre otros programas más.

En este momento, considero que, la transversalidad ideológica podría ser una alternativa para resolver nuestros problemas como país, en especial los socioeconómicos y dejar la desgastante lucha de ideologías, que finalmente a nada nos lleva y sí ocupan discursos y posicionamientos electorales que deben ya superarse; por este motivo, se ha propuesto llevar a cabo un análisis profundo sobre las políticas públicas que funcionan correctamente y aquellas ya obsoletas, pues la política está demostrando que existe una línea más compleja, que la simple y cómoda división que existe entre dos corrientes llamadas “derecha” o “izquierda”.

Estas propuestas políticas deben centrarse en las necesidades de la sociedad, la situación actual requiere de soluciones acordes a nuestro tiempo, es el momento de dar paso a un enforque equilibrado y holístico en temas de prosperidad y desarrollo de un país, la lucha del cambio climático, las oportunidades laborales para los jóvenes profesionistas, la atención médica, inversión económica, entre otras. Incluso la transversalidad puede fomentar un clima político menos tóxico, donde prevalezca el respeto y el diálogo, la búsqueda de soluciones a través de acuerdos hace posible diluir el enfrentamiento y la hostilidad partidista, basada en ideologías.

El mundo es complejo, nosotros mismos hemos permitido que así suceda, somos afortunados de vivir en un país como México, donde tenemos todas las posibilidades que la misma naturaleza se ha encargado de regalarnos. Sí, el mundo esta cambiando, las formas de hacer política también deben cambiar, démosle paso a la transversalidad podría ser el primer escalón hacia un futuro político cooperativo y sobre todo más productivo, tomando lo verdaderamente bueno y útil de cada ideología.

Con relación a esto, hay que tomar en cuenta lo dicho por William Shakespeare (1564-1616): “No existe nada bueno ni malo. Es el pensamiento humano el que lo hace parecer así.