En los ojos de la desesperación mi vi, y en esos puños cerrados sentí, que oprimían el corazón, me preguntaba si la razón, era la falta de valor, para vencer el orgullo, y reconociendo en la ocasión, que el problema pudiera ser más mío que tuyo, temeroso de ser juzgado sin haberme escuchado, yo que te quiero tanto y sólo deseo tu bien, insisto en la pregunta: ¿Qué es lo que te causa llanto? Y al no tener una respuesta oportuna, me adelanto: ¿Será que te falta el amor? o la causa de tu quebranto es el miedo, que ni un santo te ha podido quitar. Tu mirada temerosa y sentida, me hace ver que tal vez, cuando fuiste niña, perdiste tú la ilusión, de ser de las hijas la más consentida, pues sentiste mi ausencia, al encontrarme por trabajo lejos de tu alma querida, no quiero imaginar tu necesidad más sentida, por padecer del calor, cuando más deseabas estar protegida.
Mira esa cara afilada que resalta tu belleza, refleja hoy la tristeza por los recuerdos ingratos, pues así fuera sólo la dispensa de amor a plazos, algo en tu interior se dañó, que hoy no se alivia ni con besos ni abrazos; porque son tus sueños escasos y hundes tu cara en la almohada como queriendo encontrarte de nuevo, con aquellos momento felices cuando yo te tenía entre mis brazos.
Siempre me he preguntado por qué ese afán de pulir tus quehaceres al máximo, como queriendo decir que siempre has trabajado para distinguirte por ser tan correcta, para hacerles ver a todos, los que te han defraudado, que eres en sí, una mujer tan perfecta.
Tu valor, hija mía, no necesita ser evidente, siempre te has esmerado en ser una mujer responsable y muy diligente, que no necesita buscar, de los que siempre te han criticado, su aprobación, para ser excelente.
Dios que tanto te ha amado, puso en tus manos un par de semillas divinas, pues siempre en ti ha confiado, para que lleves a cabo tu misión preferente de madre amorosa, fuerte y valiente, y no de una niña o mujer temerosa.
El espejo en el que hoy te has reflejado, no es el del triste pasado, sino en el del riesgoso presente, para darle a tus frutos, un futuro feliz muy diferente.
Hermosa flor, cuánto tú ya has dado por amor, tanto, que de ti te has olvidado, esperando el alivio de tu alma, de la mano de los que siempre has amado, no pierdas la paciencia, menos la razón, Dios tiene tiempos perfectos para todo aquél que con fe siempre ha obrado en toda ocasión.
El Señor te pide hoy una sonrisa, como señal de comprensión, y te recuerda que más que sacrificios, él quiere misericordia, date una tregua y deja el pasado en la historia, lo que te parece algo complicado, mañana te llenará de satisfacción, porque mucho has amado con el corazón.
enfoque_sbc@hotmail.com