Hay personas que disfrutan el realizar actividades en solitario, de hecho, no permiten que nadie intervenga en esos momentos que consideran exclusivos; en lo particular, me gusta contar con la participación de todos aquellos seres humanos que puedan interesarse, de buena voluntad en mi quehacer; de tal manera, que en muchos de mis artículos han intervenido directa o indirectamente familiares, amigos, compañeros de trabajo, vecinos, incluso, personas desconocidas; no ha importado la edad, el sexo, sus creencias religiosas, sus preferencias políticas, su nivel económico, su grado de escolaridad, si están cerca o si están lejos; en todas sus aportaciones, he encontrado algo que nos identifica como iguales, que nos hermana y nos hace sentir como partes importantes de un todo. Ahora sé, que, sin su colaboración, no habría podido permanecer en este medio por tanto tiempo; y que precisamente, es la diversidad de opiniones, lo que ha permitido tener un enfoque multidisciplinario que facilita su lectura y aceptación por todo público.
Tal vez mi enfoque sea un tanto presuntuoso, pero me siento realmente optimista y quiero pensar que estoy en el gusto de los lectores de este tipo de publicaciones.
Estoy convencido, de que sólo unidos, podemos lograr mover lo que ha permanecido estático por mucho tiempo: nuestra voluntad; recuperando este poder, podríamos tener la capacidad de decidir con libertad lo que deseamos o no hacer.
“Si hay algo en nosotros verdaderamente divino, es la voluntad. Por ella afirmamos la personalidad, templamos el carácter, desafiamos la adversidad, reconstruimos el cerebro y nos superamos diariamente” (Santiago Ramón y Cajal)
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