¿Qué duele más, preguntó el desdén? La mentira o el desengaño. ¿Por qué preguntas eso, le respondió la estima? Porque parece que las personas no acaban de entender que la indiferencia y los desaires son una muestra de desprecio. Bueno, respondió la estima, parece que el que no acaba de entender eres tú.

¿Entender qué? Respondió molesto el desdén. Que cuando las personas son de buen corazón, siempre se conducirán con respeto y buscarán la conciliación cuando hay malos entendidos, esto, para que reine la armonía en el entorno y la paz en todas las relaciones humanas. Pues a mí me parece que no deberían contradecirme tanto, estima, pues estoy seguro, que, si a ti pasara lo que, me sucede a mí, ya estarías considerando un ultraje el hecho de tanto insistir en que yo cambie mi actitud y pasar de la indiferencia al agrado.

Pero, cómo puedes considerar una ofensa el que haya personas que se preocupen por ti, por tu salud, y que procuren que te sientas emocionalmente equilibrado, comentó la estima. La verdad, es que tengo carácter fuerte y no me gusta que nadie cuestione mi razón de ser, soy como luego dicen, de pocas palabras, y como me enojo con facilidad, suelo encerrarme en mi mutismo y con ello logro infringir un castigo a los que contradicen mis razones, me gusta que las cosas sean directas y lo más transparente que se pueda, porque de otra forma yo no lograría obtener respuestas siempre favorables y al quedarme la duda, inmediatamente rechazo cualquier aclaración conciliadora. He ahí tu problema, desdén, es debido a tu carácter irritable e inflexible, tal vez, si fueras un poco más accesible y pensaras con más detenimiento las cosas, seguramente comprenderías a los demás.

El desdén se quedó reflexionando en las propuestas de la estima, de hecho, sintió un poco de envida, ya que en ningún momento había observado una muesca de falsedad en aquella serena cara de la estima, tampoco pudo escuchar una expresión de ironía en sus palabras, pero desconfiado como siempre, el desdén dijo: ¡Ay de ti si me estás tratando de ver la cara! Sí, ya sé que contigo no se juega, más a decir verdad, no creo que tengas un mal corazón, seguramente tuviste tus motivos para volverte desconfiado, pero puedes estar seguro que la mejor manera de vivir, es disfrutando de las buenas compañías y del amor de aquellos que como yo, te respetan y te estiman.

Siendo así, respondió el desdén trataré de alejarme sólo de los malos pensamientos, de las especulaciones y las auto intrigas, porque ahora comprendo que para estar bien con los demás, primero tengo que estar bien conmigo mismo.