“Díjoles entonces el ángel: No tenéis que temer; pues vengo a daros una nueva de grandísimo gozo para todo el pueblo, y es que hoy os ha nacido en la ciudad de David el Salvador, que es el Cristo, o Mesías, el Señor nuestro. Y sírvalos de seña que hallaréis al niño envuelto en pañales, y reclinado en un pesebre. Al punto se dejó ver con el ángel un ejército numeroso de la milicia celestial, alabando a Dios, y diciendo: Gloria a Dios en lo más alto de los cielos, y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad” (Lc. 2: 10-14).
Sacudes mi Señor en estos momentos mi espíritu de todo aquello que lo mancha y le pesa, siete salvas han estremecido mi cuerpo en señal de perdón, más te pido mi Señor siga siendo objeto de tu misericordia porque conoces mi fragilidad ante el pecado.
“En esta sazón arrimándosele Pedro, le dijo: Señor, ¿cuántas veces deberé perdonar a mi hermano cuando pecare contra mí?, ¿hasta siete veces? Respondióles Jesús: No te digo yo hasta siete veces. Sino hasta setenta veces siete, o cuantas te ofendiere” (Mt.18:21-22).
El don de la vida es el regalo más grande que nos ha obsequiado Dios, es su voluntad que tengamos una vida plena de felicidad, mas, es nuestro empeño contradictorio, el que nos hace caer constantemente en la confianza que Jesús siempre nos brindará su brazo poderoso para levantarnos.
De mis múltiples caídas he aprendido a cuidar un poco más de mí mismo, a aceptar que mis debilidades proceden de las malas decisiones que he tomado por no escuchar el buen consejo de Cristo mi Salvador; he aprendido también, a perdonar a los que me han ofendido y a perdonarme por pensar que no poseo la voluntad para la sincera enmienda, a reconocer que Jesucristo es el único camino para llegar al Padre celestial, pero sobre todo, a fortalecer mi espíritu con el amor de Dios, para ser una mejor persona.
Señor, ilumina nuestro camino para seguir esforzándonos por alcanzar tu divina gracia y cumplir siempre con tu voluntad.
Desde este humilde espacio editorial, les deseo a todos nuestros amigos lectores y familia en Cristo Jesús, que la esperanza, la caridad y la fe, estén siempre presentes en su corazón, para dar gloria a Dios en las alturas y tengamos paz en la tierra.
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