En este paso intermedio de la vida, donde se quisiera estar más liviano para contrarrestar el efecto de la lentitud que nos obliga a ir más despacio, porque el tiempo nos está descontando los excesos del pasado; respirar profundo nos queda, para mantener la energía que nos permita mantener el estándar de la calidad de vida, de los que aspiramos a tener un envejecimiento saludable.
Es en este paso intermedio, donde se pone en evidencia la paulatina pérdida del control de las respuestas sentimentales, tiempo en el que se ríe poco y se llora con la facilidad, así, con la misma con la que llora un niño, que busca satisfacer lo que le causa ansiedad, por no explicarse la manera en que los demás responden a nuestras preguntas, que por cierto, muchas de las veces les parecen necias, les parecen tontas, tiempo donde es fácil ofenderse por malinterpretar las intenciones de los demás, donde la vista y el oído nos confunden y desesperan, tiempo en el que se quiere escuchar mejor y se desea ver con toda claridad, pero como suele ser de manera natural, tenemos que aceptar, que poco a poco se le va diciendo adiós a lo que nos mantenía en plena comunicación con los demás.
En esta etapa intermedia de la vida, se nos va quitando lo valiente, porque antes enfrentábamos de frente a la adversidad, pero ahora nos convierte en cobardes, porque el miedo aparece sin el disfraz del audaz que a todo retaba, incluso a la muerte.
En este intermedio obligado, buscamos en las miradas de lo que deseamos el mismo brillo que encendía el tremendo fuego que no podíamos apagar, porque la verdad, no queríamos hacerlo, no importaba que nos consumiéramos en lo que pensamos era amor y resultaba ser la tentadora chispa de la pasión, que por cierto, no llegaba a despertar en el corazón, lo que siempre se buscaba con desesperación, porque querer es muy fácil, pero amar es otra cosa.
Mas, hay en el intermedio de la vida, una maravillosa oportunidad, la de conocer el verdadero valor de la existencia misma, porque de evolucionar a la etapa espiritual, podrás encontrar el camino para llegar con tal pureza a tu destino, donde lo que parecía ser el final, resulta ser el principio.
En esta transición que nos asusta, de despertar a la realidad que te espera, podrás ver que la luz que no se apaga, es tu fiel guía para encontrarla felicidad.
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