“Púsome en la boca un cántico nuevo, un cántico en loor de nuestro Dios, Verán esto muchos, y temerán al Señor, y pondrán en él su esperanza. Bienaventurado el hombre cuya esperanza toda es el nombre del Señor, y que no volvió sus ojos hacia la vanidad y a las necesidades engañosas” (Salmo 39:4-5)

Estar bien, estar y estar contigo, estar en comunión y adorarte como es debido; sentir que estoy vivo al estar contigo, sentir tu amor para dejar de estar temeroso y confundido; caminar a tu lado y llenarme de tu divina presencia, para alejar de mí la ausencia, que, en ocasiones, me hacen sentir que estoy perdido, por no encontrar el camino para seguirte, mi Señor.

Cuánto tiempo ha pasado ya, mucho, poco, tal vez nada, porque eres quien ha creado la eternidad para estar con nosotros en cualquier tiempo, para hacernos sentir la paz que tanto anhelamos, para saber de la armonía, de la humildad, de todo el bienestar que generan estas virtudes en nuestra vida.

Si ya estás en mi corazón, quédate también en mi mente, que tu espíritu sanador reintegre la unidad bendita que le da rumbo y sentido a mi existir. Quédate conmigo hoy y siempre, que tu amor infinito haga emerger la energía con la cual me creaste, con la cual, le diste un cuerpo para proteger la semilla espiritual que había de trascender a través de todos los tiempos.

 ¿Cuánto tiempo ha pasado mi Señor, desde la última vez que caminé a tu lado? Cuánto tiempo de no sentarme junto a ti, para escuchar la sabiduría que sale directamente de tu boca, pero me consuela saber que tu palabra está viva y persiste en mi fe, cambiando todo lo que toca, como si tu mano poderosa tocara al desvalido, al enfermo, al mismo pecador que te convoca en una oración desesperada, para librarse del mal que lo destroza.

El tiempo no existe para Ti, estás aquí y ahora, junto a mí, en este preciso momento, lo sé y lo siento, y mi cuerpo, mi mente y mi espíritu se llenan de gozo, porque siendo yo el menos merecedor de tu complacencia, me has hecho el hombre más afortunado y más feliz.

Alabemos al Señor hoy y siempre, que él estará pendiente de nuestra alabanza, para tener la confianza de que se quedará con nosotros para siempre.

Dios bendiga a nuestra familia y bendiga todos nuestros Domingos Familiares.

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