“Y si una casa está desunida en contrarios partidos, la tal casa no puede quedar en pie” (Mt 3:25)

¿Por qué se hace tan difícil escuchar cuando se está ofuscado? ¿Por qué sentir que el amigo sincero es el enemigo, cuando nos da su punto de vista sobre algo en lo cual pensamos tenemos la razón y es contrario a ella? Duele sí, duele reconocer que por la desesperación optamos por el camino equivocado. Si acaso nos están ofendiendo y con ello sentimos herido el corazón, recordemos que tal vez lo que más esté herido sea nuestro orgullo, de ahí que busquemos con desesperación el desquite, que acaso no has oído decir: “A nadie volváis mal por mal, procurando obrar bien no sólo delante de Dios sino también delante de los hombres. Vivid en paz si se puede, y cuanto esté de vuestra parte con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos, queridos míos, sino dad lugar a que se pase la cólera; pues está escrito: A mí toca la venganza; yo haré justicia, dice el Señor” (Romanos 12:17-19).

Que frágil suele ser la tolerancia cuando al primer grito nos da por responder de igual forma, cuando buscamos como respuesta las palabras que más lastiman, qué pronto olvidamos que aquel altercado indeseado y doloroso se suscita, incluso, por situaciones que no tienen importancia, por malos entendidos, o cuando nos resistimos a acatar una instrucción que limita nuestra libertad para hacer lo que nos agrada, aunque con ello estemos contribuyendo a vulnerar la paz en el hogar, en el seno de la familia o en el trabajo. Qué frágil resulta ser nuestra integridad moral, cuando nos olvidamos que a las personas que ofendemos suelen ser a las que más amamos.

Es este un mundo de violencia de toda clase: verbal, física, psicológica, de género, familiar, sexual y pensar que todo inicia en el hogar, con el extravío o la pérdida de los valores, pero, sobre todo, por la falta de amor por el prójimo y la falta de fe.

Señor quédate con nosotros y sigue creyendo en nuestra capacidad para cambiar, para recuperar todo lo bueno que hemos perdido y recibimos de ti.

Dios nos ilumine con la sabiduría para vencer al enemigo que hay en nosotros mismos. Dios bendiga a nuestra familia y bendiga todos nuestros Domingos Familiares.

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