“Dichoso el hombre que ha adquirido la sabiduría, y es rico en prudencia” (Proverbios 3:13)

¿Qué es la felicidad, preguntó? La felicidad, le respondí, es el tener plena conciencia del hecho de saberse bendecido con la vida; quien recibe este regalo y loga verlo como lo que es, una vez que alcanza la madurez, se esforzará en disfrutar cada segundo de su tiempo, alimentando su corazón de lo mejor de las vivencias, desechando en su momento, la cizaña que siembran quienes tomaron un camino equivocado y se conciben como infelices por haber alimentado su corazón con sentimientos negativos; recordar debemos que “Un corazón alegre le hace bien al rostro, pero las penas del corazón abaten el ánimo” (Pr 15:13).

Sólo quién no desea ser feliz insiste en amargarse la vida, repasando todos los días las lecciones que recibe por sus desaciertos, buscando con ello encontrar una justificación poderosa para culpar a otros de la falta de su desdicha.

Si no llegamos a ser sabios, al menos, utilicemos nuestra adormecida inteligencia para despertar a todo aquello que nos causa alegría, porque el pesimismo, nos hará ver siempre días nublados, aun cuando el sol brille en todo su esplendor.

Convertir debemos toda lamentación en risa, para hacerle sentir al corazón que estamos agradecidos con quien nos regaló la vida, mantengamos siempre viva la alianza con nuestro Dios, para que reine la abundancia de cosas buenas para el espíritu, pues estando éste en condición de gracia, el cuerpo, hasta entonces deprimido y triste, resucitará a una nueva vida, restableciéndose la armonía entre el cuerpo, la mente y el espíritu.

¿En verdad crees que puedo ser feliz? Me preguntó, evidenciando con ello su falta de voluntad. No sólo lo creo, le respondí, estoy absolutamente seguro, porque creo en el amor, en la energía más poderosa que existe, estoy seguro porque Aquél a quien sigo es el camino, la verdad y la vida, y yo no soy digno de desatar la correa de sus sandalias.

Señor bendícenos y danos sabiduría para que el amor que has sembrado en nuestros corazones, de abundantes frutos, entre ellos, el fruto de sabernos amados por ti y bástenos con ello para ser felices y alabar tu nombre.

Dios bendiga a nuestra familia y bendiga todos nuestros Domingos Familiares.

enfoque_sbc@hotmail.com