Hoy, ciertamente, los mexicanos nos encontramos en estado de alerta máxima, la última semana de febrero del 2003, sin duda será recordada por todos los mexicanos, como el inicio de “La Guerra de las Ganancias”.

El Sistema politico entero, se ha conmovido profundamente, -pues por fin se enteró- de lasupuesta buena voluntad de un grupo de amigos.

Ellos los amigos, no fueron mas que simples prestanombres de los intereses de otros, tablasde salvación en el desastre inminente y hoy, sí, hoy, el hazmerreír de toda una nación.

                   ¿En donde quedarán las palabras impresas en línea ágata?

                   ¿En donde esconderán la vergüenza?

                   ¿Cómo justificarán los egresos?

                   ¿Qué explicación les darán a sus hijos?

Todas estas preguntas seguramente tendrán respuesta puntual, pero, ¿quien se las va acreer?

Cuando un gobierno democrático requiere de la mano dura de la represión, está sentandolas bases necesarias para que sus contrincantes apelen a la necesidad del golpe de estado, y todo aquello en lo que soñó, se vaya por el inodoro, al simple jalón de la palanca.

Hoy, si, hoy, no será necesario el hundimiento de ningún “Potrero del Llano” ni de algún“Faja de Oro”, para que México se convierta en aliado, bastará simplemente, un torpedoeconómico, para que el Presidente de la República acabe de convencernos, de que loimportante no es ser congruente, sino ser consistente.

Las condiciones de inestabilidad están dadas, la posibilidad de ingobernabilidad está montada a caballo y la realidad que vivimos se fotografía claramente con una turba manifestante exhibiendo machetes.

Hoy, si, hoy, los antiguos socios se demandan penalmente, ellos mismos se defienden en los tribunales y lamentablemente se exhiben sin rubor alguno ante los medios de comunicación.

El chisme y la intriga campean en la agenda nacional y los pobres y los ilusos, simplemente esperan con paciencia lo que les prometieron, aunque reciban como un insulto aquello de:Querían un cambio, ¿no?

Cuando se utilizan los medios de comunicación como tribunales, la comunicación epistolar como evidencia y la conciencia como fregadero, nosotros simples mortales que no votamos por Fox, no nos queda otro remedio más que el de reconocer que en México, hoy, si, hoy, ESTAMOS EN GUERRA.

No es necesario aclarar que este articulo se escribió hace 20 años.

 

 

 

Jorge Alberto Pérez González

 

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