“El principio de la sabiduría es el temor al Señor, el cual es criado con los fieles en el seno materno, y acompaña siempre a las santas y escogidas mujeres, y se da a conocer en la conducta de los justos y fieles. El temor del Señor es la santificación de la ciencia” (Eclesiástico 1:16-17)

¿En qué se sostiene tu fe, tu ser y tu estar? ¿De dónde proviene tu inteligencia? ¿Realmente te sientes dueño de tu genética? Todo ha estado ahí desde el principio de todos los tiempos, eres quien da continuidad al motivo de nuestra presencia en este planeta, y sí, no eres el único que posee el poder para lograrlo, más, son muchos los llamados y pocos los escogidos; de ahí que, muchos de ellos que, habiendo sido escogidos y lograron detonar la explosión del saber,  al encontrar el camino del conocimiento ancestral, se irán perdiendo al cambiar de senda, pues buscarán privilegiar su ego antes de privilegiar su espiritualidad, y el falso amor por la humanidad que pregonan, se convertirá sólo en un satisfactor personal que alimentará su ambición y su egoísmo.

Ahora el amor tiene un precio muy alto, por eso está fuera del alcance de muchos, pues se ha adornado con bienes materiales, deslumbrando con su falso brillo, incluso, hasta el más necesitado de comprensión y misericordia.  ¿Qué será de nosotros Señor? Tan alejados del Evangelio de Cristo Jesús, tan ciegos y tan sordos espiritualmente.

Si por tener un vasto conocimiento científico, piensas diferente a como pensabas cuando se inició tu preparación para encontrar el camino, la verdad y la vida, y sientes por ello que eres diferente a los demás y mereces el reconocimiento de tus iguales, te recuerdo que has hecho uso de tu libre albedrío, ¿de quién es ese conocimiento? Sin duda tuyo y harás con él lo que mejor te parezca, más, al llegar a la encrucijada se te dará lo que es tuyo, más habiendo olvidado que el principio de la sabiduría está en el temor al Señor, tu ciencia no habrá de satisfacer la necesidad de tu corazón por encontrarte con la verdad. Jesús responde a todas nuestras dudas al recordarnos: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida: nadie viene al Padre sino por mí.” (Jn 14:6)

Dios bendiga a nuestra familia, ilumine nuestro camino para ir al encuentro con la Sabiduría y nos permita obsequiar con humildad el conocimiento que se nos ha legado para contribuir al bienestar, a la paz y a la justicia que nos reclama su pueblo amado. Dios bendiga todos nuestros Domingos Familiares.

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