Hace unos cuantos años, mi hijo estaba en los últimos años de su educación primaria, y en las mañanas al llevarlo a su escuela, solía decirme: “mamá, cuando sea grande estudiaré robótica, construiré una “robot mamá” que te sustituya para que no tengas que levantarte temprano y llevarme a la escuela”. Finalmente, no estudio robótica, se decidió por la economía; en realidad, en ese tiempo no imaginaba el impacto que tiempo después tendrían sus ocurrencias para el mundo y la sociedad.
En la actualidad, la robótica contempla proyectos importantes en el diseño y construcción de un robot que funcione como el sustituto de un humano, el cual le permita llevar a cabo las actividades que generalmente realiza este, de tal manera que el humano pueda no solo reposar y tener más tiempo para disfrutar con su familia, sino, además, ayudarlo a ser mejor. La inteligencia artificial puede lograr esto y otras cosas más.
Las personas gozamos de una gran curiosidad; por naturaleza, hacernos preguntas de nuestro entorno, es una característica esencial de nuestra especie. Pues bien, en este momento de nuestra historia la pregunta es: ¿De qué manera podría influir en nuestro futuro la inteligencia artificial? Durante los últimos veinte años, la inteligencia artificial se ha aprovechado en la creación de sistemas que son capaces de percibir y actuar en nuestro entorno, incluso, es de gran beneficio en acciones de estadística, aprendizaje automático, teoría de control, neurociencia y otros campos más, que hasta ahora son herramientas de gran utilidad; sin embargo, los datos que generamos de manera cotidiana, y que nosotros mismos exponemos en las redes, hacen posible el riesgo de que con la ayuda de la inteligencia artificial se utilice de manera inadecuada para diversos fines, entre estos los relativos a la política.
A medida que vayamos avanzando en la tecnología, los sistemas obligadamente tienden a desarrollarse hasta lograr -de manera gradual- avances en cada área de la ciencia y de la sociedad, pero lógicamente esto conllevará peligros inminentes -como es la de poder tomar decisiones- que para los humanos será imposible poder controlar.
Recordemos que una de las características principales de la “Ley Moore” es, que los ordenadores cada dieciocho meses, aproximadamente, dupliquen su velocidad y capacidad de memoria. De esta forma, el resultado será que, con el paso del tiempo, tal como lo expuso Stephen Hawkings: los ordenadores lleven a cabo la mejora y actualización de su sistema “recursivamente, sin la ayuda humana, de modo que finalmente podría llegar a superarnos en inteligencia”. Diversos estudios han demostrado que “estamos limitados por la lenta evolución biológica”; de modo que la evolución tecnológica sucede mucho más veloz.
En este momento de nuestra historia, no sabemos hasta qué punto podría desarrollarse la inteligencia artificial, lo que sí sabemos es que sería un riesgo para la humanidad que en el futuro la inteligencia artificial pudiera desarrollar conciencia o voluntad propia y esta estuviera en conflicto con la nuestra. Forzosamente los humanos debemos tener el control absoluto en lo relativo al progreso de la tecnología; más aún, conseguir la automatización de una gran cantidad de tareas que apoyen a la sociedad, siempre y cuando no se pierda de vista el mando único del hombre.
Nuestro mundo ha soportado cinco extinciones de origen natural en diferentes etapas cruciales a lo largo de nuestra creación, la última fue debido a un asteroide que colisionó con nuestro planeta, fue hace más de 65 millones de años, entonces los dinosaurios dominaban la Tierra. Muchos analistas y científicos prevén la sexta extinción, no de manera natural, sino provocada por los humanos.
Ojalá no sea la inteligencia artificial la causa que de manera consciente o inconsciente determine nuestra extinción como especie, sería ceder nuestro gran progreso logrado en una civilización basada en el aprendizaje y una diversidad de experiencias, entre ellas la que nos permitió encontrar la misión y el sentido de nuestra vida.
La inteligencia artificial tiene un sin número de utilidades, no elijamos la que pueda destruirnos, al final del día, tal como nos dice el poeta Rumi “somos polvo de estrellas envueltas en piel, la luz que siempre has buscado está dentro de ti”.