“Expón al Señor tu situación, y confía en él; y el obrará. Y hará brillar tu justicia como la luz, y el derecho de tu causa como el sol de mediodía” (Salmo36:5-6).

No lleves oscuridad a tu causa, el Señor tiene sus tiempos perfectos; sea tu gozo el bienestar de tu prójimo y que tu sufrimiento te haga sentir fuerte y completo, pues bien has logrado otras tareas, mismas, que te parecían inalcanzables, pero ahora la ves sólo como estaciones de paso, porque tu misión va más allá de una temporal estancia que no deja huella.

Sigue las huellas del Divino Pastor, el conoce a sus ovejas y sus ovejas lo conocen a él; no te distraigas con el ruido de los que quieren despertar inquietud en las almas, no hay mayor fortuna para el que cree, que el saberse consentido por Dios.

Cuántos vientos fuertes y tormentas han llegado a tu vida, y pareciera que tu barca se hundiría y en aquella oscuridad tan temida, la luz del faro divino de Jesús ha sido y será tu guía.

No le temas a la vida, mucho menos, temas a la muerte, porque la primera te prepara para llegar al tiempo de la eternidad prometida; y la segunda, develará el misterio del camino y la verdad concebida del Espíritu Santo.

Cuál quebranto, cuál debilidad, cuál derrota ha sido tan significativa como para derrumbar la fe que te fue concedida, tu mejor defensa ha sido el amor y tu mejor arma la humildad.

Expón al Señor tus dudas y temores, en sus palabras encontrarás la verdad, y todos los sinsabores desaparecerán; ahora despierta, sacude el polvo de tus zapatos y sigue caminando, porque mucho camino te espera.

Dios bendiga nuestra familia y bendiga todos nuestros Domingos Familiares.

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