“La experiencia más bella y profunda que puede tener una persona es el sentido del misterio. Es el principio que subyace a la religión y a todos los empeños serios de las artes y las ciencias. Quien no haya tenido nunca esa experiencia me parece que, si no esta muerto, al menos está ciego”.  Lo dijo: Albert Einstein en un discurso que lo llamó “Mi Credo” en el año de 1932. El gran científico del signo XX que expuso la teoría especial de la relatividad, que reformuló por completo el concepto de la gravedad y que en la actualidad sus conceptos científicos continúan vigentes y han servido como base esencial para los nuevos descubrimientos del Universo.

En efecto, el sentido del misterio puede abarcar diversos temas, cada persona elegirá aquellos que le causen alguna interrogante difícil de describir y sí capaz de llevarnos al espacio de nuestra imaginación. Los humanos, -aunque a veces no lo externemos- a lo largo de nuestra vida nos preguntamos, ¿Quién soy? ¿Qué debo hacer en la vida? ¿Cuál es el sentido de la vida? La respuesta cambia en cada generación y de acuerdo a las circunstancias que atravesemos. Dado lo que sabemos y lo que no sabemos sobre religión, política, economía: ¿cuál sería la mejor respuesta en la actualidad?

Unos de los grandes proyectos de la humanidad ha sido encontrar un sentido a nuestra vida, – bien podríamos llamar el gran misterio- es cierto, nuestra existencia ha transitado por un proceso evolutivo que nos ha convertido en los que ahora somos, seres que hemos aprendido de nuestras experiencias pasadas para encontrar el sentido de nuestra vida. El mismo sentido del misterio que nos lleva a buscar respuestas ante sucesos que somos incapaces de encontrar una explicación evidente.

Es esta búsqueda del sentido de nuestra existencia, en los últimos siglos se ha utilizado la palabra “humanismo” el cual venera a la humanidad y este credo se espera que funcione como el papel que Dios ha desempeñado en las diversas religiones, que es invertir los papeles y esperar que los humanos con base a nuestras experiencias no solo demos sentido a nuestra vida, sino al Universo entero.

Los expertos en el análisis de la evolución humana han podido constatar que ésta se debió en gran parte a la revolución del conocimiento, aquella que hizo investigar a nuestros ancestros sobre el entorno del desarrollo donde habitaban, llámese la diversidad del clima, las costumbres, forma de organización, condiciones agrícolas, la caza y recolección de semillas, la pesca, el peligro que acecha a la comunidad, que resultó de gran ayuda, pues al reunir datos relevantes tuvieron la posibilidad de analizarlos para posteriormente emplear herramientas matemáticas que conducirían a lograr grandes descubrimientos en diversas disciplinas como son: astronomía, física, medicina y otras más. Conforme fue avanzando la transformación de nuestra especie, una forma de comunicarse fue a través de relatos que servían para reproducir sus experiencias acumuladas durante su caminar por el mundo.

Luego entonces, al precisar “el humanismo” en la actualidad, se define al ser humano con capacidad física, intelectual con amplitud de entendimiento, formado de una conciencia que contiene juicos de valor, mismos que fueron determinados por la religión según la que profese. El Doctor Yuval Noah Harari autor del libro Homo Deus, menciona que las experiencias humanas contienen “tres ingredientes principales: sensaciones, emociones y pensamientos, y que están inmersos en un ciclo que nunca termina”. Dichas experiencias aportan sabiduría ya que nos define las personas que realmente somos. Todo este proceso lleva consigo un cambio gradual que inicia en el desconocimiento total hasta la comprensión de la existencia humana. Valga como ilustración que Wilhem von Humbold uno de los principales arquitectos del sistema educativo refiere que “Solo hay una cumbre en vida: haber tomado la medida en sentimiento de todo lo que es humano”; igualmente, el citado autor Yuval Noa Harari, menciona que bien podría ser el lema humanista, pues finalmente la experiencia humana es el origen de todo sentido.

El mensaje de lo anterior expuesto es no descuidar el sentido del misterio, ya sea de la vida, el universo, la religión, o todo aquello que nos trasmita una razón para sentir esa espiritualidad o “profunda y bella experiencia” que menciona en su gran discurso Albert Einstein, pues aquella persona que no la ha sentido, entonces verdaderamente esta ciega o muerta.