“Arregla, Señor, mis pasos en tu camino, y dirígeme por la recta senda, a causa de mis enemigos. (Salmo 25: 11)

Difícil es eludir el efecto de la decepción y la arrogancia, porque de no hacerlo, puede ser ésta la cuna del desquite y la venganza.

Servirse quiere el enemigo en asechanza del ánimo deprimido, para mortificar la paciencia del que busca la paz y la armonía; quédate Señor conmigo,cuando el día amenaza con nublarse para dar paso a la oscura noche fría.

Toma, Jesús, mi endeble voluntad que contra mí conspira, para hacer del bien que genera mi bondad del día con día, una daga sin filo, llena de energía negativa, cuando mi ser se resiste a dejarse mancillar por la hipocresía y por la intriga.

Ciego y sordo, es el que aspira a ser justo, en el transcurso de su vida, cuando al seguir los pasos de su pastor y buen Mesías, no aprendió las lecciones de su Evangelio de amor y paz debida, resultando por ello, con una pena bien merecida, y justo a la medida, pues no paga el mal con bien, sino que saca su ira reprimida y defiende su postura como una verdad de maldad preconcebida.

Aléjame, Señor, de los malos pensamientos, de la venganza o de la ira, y cúbreme con tu divino manto, para que mi pena convertida en llanto, alcance tu misericordia y tu perdón, hazme humilde ante la ofensa, llena mi corazón de paz y de armonía, para que yo también pueda con facilidad, perdonar la ofensa; lléname Jesús con tu divina sabiduría.

Dios bendiga nuestra vida e ilumine nuestros momentos de oscuridad, para encontrar con la luz de su amor, las huellas del camino que nos lleve a la anhelada y dulce eternidad.

Dios bendiga a nuestra familia y bendiga todos nuestros Domingos Familiares.

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