Que no mi inflame el honor inmerecido, cuando de alabar se trate, inflámeme de amor, Señor, para adorarte, si al menos fuera digno de mirarte; ámame hoy y siempre, aunque me duela en ocasiones el alma por fallarte, más de mí, ten misericordia en los momentos de debilidad vana e insultante, aunque mi proceder, pareciera falso, Tú, sólo tú sabes que mi corazón nunca podrá fallarte.

Ámame Señor, y con el mismo amor con el que me creaste, hazme sentir amado por los que yo amo, cuando parezca que no lo soy, porque mucho les he fallado y no merezca por ello el ser amado.

Hoy cargo en mi vida con la experiencia de sentirme amado un año más, y con paciencia me vas conduciendo por el camino anhelado, para hacer de mí, más que un siervo fiel, un amigo, un hermano.

No dejes que el tiempo doblegue mi estructura física, y mi mirada se dirija hacia la nada, mantenme erguido, que mis ojos busquen siempre tu mirada en el azul cielo de tu plácida morada, mas, dame la esperanza de encontrarte, cuando fielmente siga tus benditos pasos en la tierra tan amada.

Señor, sin ti no soy nada, como nada soy, para aquellos que igual sólo escuchan o ven lo que la vida les depara, olvidando tu promesa anhelada, de purificar nuestra alma, para que esté lista y preparada, para ocupar su lugar en tu casa tan amada.

Gracias Padre, por una oportunidad más para resucitar contigo a una nueva vida, porque aquél que no vuelve a nacer, no podrá entrar al reino de los cielos.

Que tu palabra despierte a las conciencias dormidas, que los corazones se llenen de alegría, porque ya está cerca tu segunda venida.

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