“¡Oh cuán benigno y suave es, oh Señor, tu espíritu en todas las cosas! De aquí es que a los que andan perdidos, tú los castigas poco a poco; y los amonestas y les hablas de las faltas que cometen, para que dejada la malicia crean en tí, ¡oh Señor! (Sabiduría 12: 1-2)

Quién, que con su vanidad cree saberlo todo, y desdeña el consejo de aquel que con experiencia adquirida por intervención de Dios, puede auxiliarlo para remediar su mal.

Todos necesitamos de todos, o al menos, de aquellos que nos dan la oportunidad de estar cerca y con su presencia y ánimo, nos dan consuelo y paz, mas, no debemos de abusar de tal confianza, pues en la esperanza de tener para nosotros a quien nos hace bien, sin aparentemente desearlo, lo queremos hacer parte de nuestra vida, sin respetar su individualidad.

Dios te ha dado el poder para resolver todo cuanto se te presente en la vida y te haga sentir mal, mas en la desesperación  de tan difícil tarea, como náufragos a la deriva, empezamos a dudar de nuestro potencial y nos queremos afianzar de lo que se encuentra a nuestro alcance, ansiedad diríamos los médicos, desesperación, dirían los que sienten ir en caída libre al abismo, más los que se aferran a buscar falsas salidas sólo encontrarán adicciones en su camino.

Todos estamos expuestos, no importa nuestra condición de conocimiento, economía  o sexó, pero mas te valdría no perder la fe en ti mismo y sobre todo en Dios, porque en un momento no deseado, la soledad te aborda y aparta de tu lado a todo hombre o mujer de buena voluntad que quiere ayudarte para que alcances la orilla, pero tiene que cuidarse para que no la sumas también en la oscuridad de tus miedos.

Señor, tú nos hiciste fuertes y nosotros preferimos el libre albedrío para demostrarte que  podíamos enfrentarlo todo sin tu ayuda, hoy muchos se lamentan de ellos y los que no, aparentan ser fuertes y para subsanar sus debilidades, haciendo el mal y llenándose de cosas materiales.   Hay quienes prefieren iniciar una nueva vida, abandonando lo que Dios les concedió, llegará un día en que no encontrarán la salida y con nostalgia extrañaran su antigua vida.

Dios bendiga a nuestra familia y perdone nuestros desvaríos; Dios perdone el mal que generamos por nuestra vanidad y arrogancia, Dios bendiga nuestros Domingos Familiares.

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