DOMINGO FAMILIAR

“Yo he clamado a ti, Dios mío, porque siempre me has oído benignamente; inclina, pues, hacia mí tus oídos, y escucha mis palabras. Haz brillar de un modo maravilloso tus misericordias, ¡oh Salvador de los que en ti esperan! (Salmo 16:6-7)

El aire de la indiferencia impregnó el entorno del país y del planeta, cuánto daño nos ha hecho aquél, que habiendo aplicado mal la sabiduría que le fue obsequiada, le restó pureza al aire que llegaba a nuestros pulmones, para que nos ahogáramos en nuestra propia sangre; cuánto mal hay en los corazones  de los que sólo buscan el poder y quieren dominar al mundo con miedo y terror, cuánto mal nos ha causado el habernos ausentados involuntariamente, el habernos separado unos de otros el tiempo necesario para acrecentar nuestro egoísmo y privilegiar con ello el individualismo. Hoy nos vemos más como números que como personas; las cadenas familiares se encuentran rotas, y el amor sin fe, resulta ser ahora sólo un recuerdo de unidad que nos preservaba bajo el cobijo del manto de un Dios toda bondad que cuidaba nuestra integridad para ser salvos y ganarnos la gloria.

La figura del padre terrenal está extraviada, hemos soltado la mano de nuestros hijos y los brazos maternales parecen ya no tener la fuerza para mantener la tan preciada unidad del ayer.

Yo he clamado a ti, Dios mío para pedirte como padre que eres de todos, que no sueltes nuestra mano, que perdones nuestra indiferencia y nos des de beber nuevamente de la fuente de agua viva, para no seguir el camino de la desesperanza, para despertar del mal sueño que aún nos tiene cautivos de una realidad de pesadilla.

¡Oh salvador de los que en ti esperamos! abunde tu misericordia para acogernos a tu divino perdón, para que sanemos y con ello sane nuestra bendita tierra hogar, inclina pues, hacia mí tus oídos  y escucha mis palabras que salen del corazón.

Que el buen consejo del padre regrese a los hijos, que el corazón de los hijos voltee, escuche y sienta el amor del padre y que estimen el valor de haber sido bendecidos y salvados por el amor de Cristo Jesús nuestro Señor.

Que el amor en el Padre celestial motive la presencia del Espíritu Santo en las familias, para que con su amor, vuelva a unir los eslabones de las cadenas rotas por la falta de fe.

Que el Señor todopoderoso bendiga a nuestra familia y bendiga todos nuestros Domingos Familiares.

¡¡¡FELIZ DIA DEL PADRE!!!

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