“Hay, sí, diversidad de dones espirituales, mas el Espíritu es uno mismo. Hay también diversidad de ministerios, mas el Señor es uno mismo. Hay asimismo diversidad de operaciones sobrenaturales, mas el mismo Dios es el que obra todas las cosas en todos. Pero los dones visibles del Espíritu Santo se dan a cada uno para la utilidad” (1 Corintios 12:4-7)

Lo que nos hace iguales ante los ojos de Dios Padre son nuestras diferencias, porque en la búsqueda de la perfección a la que nos invita, encontraremos la armonía para agradarle, siguiendo el camino de amor que nos trazó su hijo Jesucristo, para llegar a agradar a Dios, se necesita comprender, que el único perfecto es Él.

Cuando no se llega al sacramento del matrimonio con plena conciencia, de que el hecho de formar una sola carne, va más allá de una mera unión carnal, sin tomar en cuenta la unión espiritual, el camino de la anhelada perfección para agradar a Dios, se ve dificultado por tener que enfrentar múltiples retos, entre ellos: cómo vencer el egoísmo, el falso orgullo, la vanidad, la falta de humildad, la infidelidad, la falta de misericordia, acceso al perdón. Recordemos que para ello se requiere del amor y para entender lo qué es el verdadero amor, se requiere de las enseñanzas del mejor de los maestros: Jesucristo.

Sí, yo soy muy diferente a mi esposa, pero reconozco, que mucho de lo que a mí me falta para agradar a Dios lo tiene ella, y seguramente que ella ve en mí algo bueno en mi manera de ser, porque de otra manera, no me podría explicar cómo hemos recorrido tanto camino juntos. Dios es el que obra todas las cosas en todos y seguramente lo hace porque ama a sus hijos en la tierra y nos quiere salvos obsequiándonos la vida eterna.

En ti veo la oportunidad de ser una mejor persona, espero que tú veas en mí esa parte, por más pequeña que sea, que le falte a tu espíritu para estar en gracia de Dios.

Cuando dejemos hablar al corazón, encontraremos el camino, la verdad y la vida.

Dios bendiga a todos los matrimonios y sea el amor que florezca en él, el  sólido cimiento donde se construya la familia y sea ésta bendecida por Dios. Dios bendiga todos nuestros Domingos Familiares.

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