Sopórtense los unos a los otros, y perdónense mutuamente siempre que alguien tenga motivo de queja contra otro. El Señor los ha perdonado: hagan ustedes lo mismo. Sobre todo, revístanse del amor, que es el vínculo de la perfección.”(Colosenses 3:13-14)

¿Dónde quedaron las risas del ayer? ¿Dónde las dulces miradas? ¿Qué le ha pasado a tus anhelos, a los planes a corto, mediano y largo plazo?¿En dónde está la falla? Amor había y mucho ¿entonces? Por qué desatamos la tormenta cuando más nos necesitamos, cuando nuestra familia es prioridad para ambos, pero el quebranto asoma por un orgullo mal entendido, por una comunicación ácida y violenta que más que parecer amigos, parecemos lo contrario.

¿En dónde quedo el amor? ¿En dónde la delicadeza y la humildad que ennoblece las buenas relaciones? ¿A quién tratamos de complacer con nuestro enojo y mal humor, que por ser tan gris, no deja que nos ilumine el sol? ¿Quién saldrá vencedor de esta pugna? ¿Qué ganará el que se alce con la victoria, si dejamos que el amor muera? ¿Quién te aconseja ahora? ¿Será el egoísmo impuro que nace de la discordia? Los que han enfrentado batallas similares, no encontraron al final de ellas, la satisfacción de haber sido supuestamente liberados de un yugo, que fue siendo más pesado cuanta más incomprensión crecía.

Mi Señor dice: Ahora veo que no han entendido lo que es el amor, que no se está vivo para gastar el tiempo, sino para aprender lo que se tiene que aprender, para madurar el espíritu y entrar a mi reino. Quien no ama a su prójimo, no me ama a mí y quien no me ame mí, no ama al Padre.

No se trata de tu felicidad o la mía, se trata de nuestra felicidad, porque quien hace feliz a su prójimo, es en sí feliz. Quien realmente ama, renuncia a  las mezquindades que le hacen perder su espíritu; renuncia pues a la soberbia, al egoísmo, a los celos, al sentimiento que te hace parecer una víctima, cuando en realidad eres el victimario, nadie es culpable del peso de la cruz que llevas a cuestas, tú has aceptado el peso de sentirte agraviado, cuando tienes en tu haber la capacidad para soltar todo lo que te hace daño.

Señor, que tu Espíritu Santo sea nuestro consejero, y nos ilumine con su sabiduría, para dejar atrás el pasado, para vivir el presente y esperar con gozo, la vida eterna que nos tienes prometida.

Padre, bendice todos los matrimonios, a nuestra familia y bendice todos nuestros domingos familiares.

enfoque_sbc@hotmail.com