“Porque todos tropezamos en muchas cosas. Que si alguno no tropieza en palabras, éste tal se puede decir que es varón perfecto, y que puede tener a raya a todo el cuerpo y sus pasiones” (Santiago 3:2)

¿Por qué se afana el ofendido de mortificar a quien duda, por no asistirle la razón? ¿Acaso no ve las veces que ha errado e igual ha ofendido a su prójimo por el mismo motivo? Equivocarse es de humanos, y la situación se presta más al escarnio, cuando la molestia se acrecienta al existir un fondo de rencor, peor aún, cuando la pesadumbre cala en el ánimo de aquellos que han sufrido por otras causas, que siendo propias o ajenas, debiéndoles haber dado salida de su pensamiento, les da arraigo en su corazón y en su vida, para tener la fuerza de reclamarle al mundo el motivo de su infelicidad primaria.

Misericordia se requiere,  cuando se carga con la cruz y no se le presta ayuda al que lleva una pena en el alma, más la humildad se pierde con el tiempo,cuando el que responde a la ofensa es el cuerpo y no el espíritu, entonces la paz se pierde cuando aparece la furia.

Oportunidad encuentra en una pena, quien se siente justo y se proclama juez, viendo únicamente la paja en el ojo ajeno y no la viga que en su ojo lleva. No busquen más pretextos y dejen de mortificar al cuerpo, descanse la mente de tanto pensar, que las cosas por más mal que parezcan, siempre tienen solución, sólo basta renunciar a sí mismo, para abrir su corazón al verdadero amor, porque Dios nunca se equivoca y quien no lo escucha, atenerse debe a su falta de humildad y por su egoísmo, porque en esta vida no hemos venido a hacernos de enemigos, sino a fortalecer  los lazos de lo que une el Señor.

¿Acaso han visto feliz al que nunca ha sido feliz consigo mismo? ¿Al que nunca encuentra lo que busca, porque no sabe qué está buscando? ¿Al que le es más fácil quejarse de su mala suerte y trata de culpar a otros de su incapacidad para amar? Si el hombre no hubiese sido bueno, el Génesis habría terminado, al hacer un mundo donde el hombre no  hubiese existido; Dios hizo al hombre y vio que era bueno y lo creó, ahora el hombre debe de hacer lo que le corresponde para ganarse todo lo que Dios le ha obsequiado.

Señor no permitas que rivalice con nadie, y si existe un enemigo en mi vida, obséquiame la sabiduría para aceptar, que yo soy mi propio enemigo, para perdonarme, y perdonar a los que pienso que me ofenden.

Dios bendiga a nuestra familia y bendiga todos nuestros Domingos familiares.

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