“Puesto que la mucha sabiduría trae consigo muchas desazones; y quien acrecienta el saber, también acrecienta el trabajo” (Eclesiastés 1:18).

Mírame Padre, ni erudito, ni sabio, más no siento ser un hombre olvidado por el saber, y por saber y creer que lo que sé es verdad, entro en conflicto con los demás y conmigo mismo, pues pones en mi mente y en mi boca cosas que no entiendo, porque no puedo hacerlas entender a los demás.

Mírame Padre con misericordia y no me desampares, porque entre más creo saber de lo que no entiendo, más dolor me causa.

Mírame Padre y ten compasión, pues quisiera reír más que preocuparme de lo que a otros parece ser trivial, porque los años pasan y las amarguras se quedan, y amargo es el sabor de lo que no puedo entender.

Ilumíname Padre con tu mirada, para que la luz de tu sabiduría ilumine mi entender, para que las noches sean cortas y  la luz del día se prolongue hasta hacerme sentir que no debe importarme que el tiempo pase, mientras tu amor me siga iluminando y haga de tu voluntad la mía, para saber que voy caminando por el camino correcto.

Señor, me has levantado tantas veces cuando he caído por causa de mi ceguera espiritual, levántame de nuevo Padre mío, y no permitas que el miedo me detenga, pues aún hay mucho camino por andar.

Mírame Padre e ilumíname, porque sólo viendo con la luz de tus ojos podría ver lo que tú quieres que vea en mí y en mi prójimo, y así poder entender lo que quieres de mí, porque a mi entender, quieres mi felicidad, como la felicidad de todos tus hijos en la tierra.

Señor, abre los ojos del que no quiere ver, ilumina nuestros pasos para encontrar a Aquél que es el camino, la verdad y a la vida.

Dios bendiga a nuestra familia y nos permita renacer a la nueva vida con humildad y amor. Dios bendiga todos  nuestros Domingos Familiares.

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