Ahora que lo veo desde otra perspectiva, todo aquello que parecía ser catastrófico para mí, ha resultado ser parte de un plan maestro para moldear mi temperamento, de tal manera, que entre más injusticias sufría en mi camino por la vida, más fuerte se iba haciendo mi carácter, afianzándose de esta manera, un sentimiento genuino para defender mi dignidad, mis derechos y mis valores.
Las personas se pueden sentir desvalidas, discriminadas e indefensas ante una sociedad donde impera la ley del más fuerte, de ahí que las circunstancias las ha obligado a organizarse para defender su libertad y con ello sus derechos; pero, hay un segmento de la misma, que ha permanecido por años callado y ha sido discriminado por el hecho de no alcanzar una calificación de minusvalía, porque no evidencia una deficiencia o una diferencia física, mental o de género; ese importante sector ha sido por muchos años sumiso, disciplinado, leal al sistema, porque se le ha hecho sentir parte del mismo, aunque no se vea beneficiado en la misma proporción, de aquellos que han tenido la ventaja de ser considerados líderes y administradores de los bienes públicos.
En mi paso por la institucionalidad, muchos personajes que llegaron a los puestos clave, no tenían ni experiencia, ni derechos laborales, para escalafonar a un puesto de gerencia de tan vital importancia, pero, sí sabían ejercer el autoritarismo, la prepotencia, y generaban conflictos, y con ello, pretextos represores, que violaban y siguen violando los derechos laborales, la dignidad y los valores de los trabajadores.
Definitivamente, el yugo impuesto y llevado por tantos años, empieza a calar tanto, que de no recibir una pronta y justa atención, podría dejar en la orfandad al sistema y dar origen a la generación de uno nuevo, donde en la selección de los futuros representantes del pueblo, se tome en cuenta el liderazgo natural, la demostrada capacidad del servicio público, y un oficio de gobierno a prueba de desvíos que benefician únicamente a intereses mezquinos o a proyectos individuales.
Si de algo sirvieron los motivos represores del pasado, fue para despertar la conciencia de los ciudadanos incluidos en la denominada clase media; y hoy por hoy, aquello que pareció tan malo para alcanzar el bienestar integral, dejó como herencia los cimientos para la construcción de una nueva estructura social, haciendo de lo que parecía insoportable para la memoría, la satisfacción de haber sido protagonistas de los días de gloria que están por venir.
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