Tan sólo me senté y esperé, y después de un rato, me di cuenta que no sabía por qué me había sentado y mucho menos a quién estaba esperando, y no es que de plano ya se me olviden las cosas, solamente me quería probar a mí mismo que podía hacer una locura sin estar loco, y es que de todo se aprende, de todo puedes llegar a una conclusión; en el caso que describo, deduje que la voluntad es algo que nace contigo, que no te abandona, que puede, en ocasiones y por conveniencia, hacerte pensar que está extraviada, pero estará siempre presente mientras se tenga conciencia.
Ayer, antier y tal vez ya desde hace tiempo, dejé de preocuparme por el hecho de pensar que le había fallado a alguien, vivía angustiado pensando que ese alguien estuviera sufriendo, pero, sólo me senté y esperé, y después de un rato me di cuenta, que ese alguien era yo, y que había extraviado por conveniencia mi voluntad, y que sin voluntad, mi pensamiento dio rienda suelta a la imaginación, y ésta dio forma a un escenario sumamente tóxico que fue adquiriendo poder conforme más miedo me daba el perder algo inexistente.
Tan sólo me senté y esperé, y me di la oportunidad de sentir la caricia del viento tibio de la tarde, de cerrar los ojos por un momento, y de ver mi interior y percatarme que no había nada en él que pudiera temer; después abrí los ojos, y le ordené a mis manos dirigirse a mi cara, para que tocaran mi frente, para comprobar, que no tenía fiebre, que no estaba delirando, que mi realidad era esa, que estaba ahí, respirando y moviéndome a voluntad, nadie, absolutamente nadie me lo impedía.
Tan sólo me senté y esperé cuanto fuera necesario, hasta comprender que era libre.
enfoque_sbc@hotmail.com