Y el viento dijo: Déjate llevar por la melodía que más te llegue al alma, la que despierta los anhelos dormidos, la que mueve los músculos de tu cuerpo e inyecta energía a tu vida.

Déjate llevar por los recuerdos amenos, por las risas que quedaron en pausa, cuando la amargura fue ganándole terreno a la alegría de saberte vivo y sentirte pleno; no pienses más en cansancios o fatigas, sacude de tu cuerpo el polvo de los problemas y conflictos que un mal día decidiste acumular en tus recuerdos y ahora representan el peso excesivo de la mente que te impide disfrutar lo mucho que aún te queda por vivir; no esperes a nadie que ya no quiera acompañarte, tu naciste para ser feliz y de eso tempranamente te olvidaste, muévete y sigue caminando, que el desánimo de los envidiosos y egoístas, no te signifiquen obstáculos para seguir avanzando, y que tus pasos, te lleven al despertar de aquellos días de sobrada luz, que eran tan cortos o largos como tú querías, pero días siempre maravillosos, porque la gratitud fluía por todos tus sentidos.

Y el sol dijo: Déjate iluminar por los rayos de la esperanza, y que regrese a ti la confianza del ayer, que tu cuerpo deje de tener frío al sentir el amor de quienes en verdad te aman, que el calor de sus amables y dulces palabras cicatricen las heridas que el tiempo te ha dejado en la piel.

Que la luz de la sabiduría divina, despeje el espejismo del cielo gris, que ocultó tus merecidos anhelos de ser feliz contigo mismo, cuando renunciaste a serlo para darte a quienes consideraste lo necesitaban más que tú, pero sólo deseaban robarte la energía y llenarte de infortunio al hacerte creer que eras culpable de la desdicha que había en su mundo.

Y Jesús dijo: Aquellos que posean los atributos que mi Padre y yo poseemos serán conducidos a la verdadera felicidad en esta vida y en la vida venidera.

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