Cuántos ventarrones, polvaredas y sacadas de onda, estamos enfrentando los mexicanos; apenas se anuncia la posibilidad del mal tiempo y ya nos estamos mojando; la verdad, es que siempre hemos estado viviendo bajo presión, y eso, por un lado nos ha vuelto desconfiados, y por el otro, nos ha fortalecido, porque de la incertidumbre siempre esperamos lo peor, lo que nos prepara psicológicamente, mas, desafortunadamente, no para enfrentar las situaciones con inteligencia y responder a ellas con eficacia y eficiencia, sino con pesimismo y resignación.

Tal vez esté exagerando en cuanto a la forma de percibir el sentir de muchos de nuestros compatriotas, pero la expresión tiene sustento en una pequeña muestra realizada en mi entorno, con personas que habían tenido la suficiente habilidad y competencia, para resolver situaciones económicas difíciles, pero siempre tenían dentro de sus alternativas un plan B; más, en estos tiempos, el desánimo motivado por la inseguridad, ha afectado sobremanera su espíritu emprendedor, y prefieren seguir apostándole a la buena suerte para allegarse un poco de fortuna.

Son estos tiempos los mejores, para ponernos a realizar un concienzudo análisis de la situación política, económica y social de nuestro país; son tiempos de realizar alianzas estratégicas para abrirse camino entre tantos obstáculos reales y aparentes, para despertar nuestro gran potencial emprendedor. Tiempos en los que tenemos que cuidar nuestro patrimonio nacional y velar por una buena administración de los recursos nacionales; Tiempos de sumar esfuerzos y fortalecer valores, para dejarnos de ver como enemigos y aceptar que México es nuestro hogar y los mexicanos formamos una gran familia.

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