Quiero descansar en la sencillez de un tiempo despreocupado, porque la sencillez que se vive en esos lapsos tan deseados, no suele ser muy exigente y se rige generalmente por hacer las cosas a voluntad y con agrado.

Quiero poder sentir, la suave caricia de un viento cálido de un día soleado junto a la naturaleza, porque no lleva la malicia del espacio citadino donde todo se acepta por estar desesperado.

Quiero tener la plácida sensación de gozo, que nos da la seguridad de vivir en armonía, en una sociedad justa y por demás equitativa, que no se siente perseguida por desear la felicidad que se nos tiene prometida.

Quiero confirmar a satisfacción y emocionado, que así como todo en la vida tiene un principio y un fin,  termine el miedo que se ha arraigado en nuestra cultura, hasta hacer de ello una costumbre que nos lleva a la locura.

Quiero que llegue la luz y la paz a mi mente, para ver con claridad y  enfrentar de frente, los retos que nos imponen los que sólo piensan en sí mismos y no en la verdadera necesidad de la gente.

Quiero contagiarme de la alegría y el fervor, de los que tienen y profesan una fe sincera en el hijo de Dios, y en su amor confían, para vencer la tiranía de los que privilegian el egoísmo y la envidia, y no permiten que vivamos en un mundo mejor.

Quiero y anhelo con sinceridad fraterna, que el hombre y la mujer conformen una nueva alianza, para alcanzar unidos la salvación que nos conducirá a la  vida eterna, para integrar familias que se amen de corazón, para que el amor sea la razón de vernos un día como hermanos, a los ojos de Dios.

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