Te extraño tanto como la primera vez que se estableció el indisoluble lazo de amor entre los dos, te lo digo a ti madre, en este tu largo silencio que involuntariamente existe entre nosotros, en este espacio de universo donde existimos y aún estamos, pero donde se encuentra interrumpida la comunicación, sí, como la primera vez, cuando fue ligado y cortado el cordón de la vida, más, no se ha interrumpido el lazo de amor que siempre nos ha unido.

Te extraño tanto como la primera vez, cuando me sostenías en tus fuertes brazos siendo un niño, y escuchaba tus mimos y sentía tus abrazos, te lo digo a ti padre, en este largo silencio en el que involuntariamente tu espíritu abandonó tu cuerpo sin despedirte, en este espacio del universo donde aún se siente tu energía circulando entre los tuyos.

Te extraño tanto como la primera vez, por tu forma de amar desinteresada, por siempre hacerme sentir parte de tu vida, por alimentar mis fantasías con tus relatos extraordinarios de la historia familiar de donde procedía, te lo digo a ti abuela, la que curaba mis heridas con remedios caseros, la que me regañaba cada vez que ponía en riesgo mi existencia, y premiaba con besos mis aciertos, gracias por dejarme participar en la competencia de los nietos para significar mi presencia en tu vida.

Te extraño tanto como la primera vez, por llegar a mi vida cuando ésta se consentía fragmentada, por compartir tu energía para darle vitalidad al cuerpo que se sentía casi extinguido, por darle esperanza a la mente confundida que no encontraba el camino que se había perdido; te lo digo a ti esposa mía, que dejaste tu hogar para hacerme compañía, por compartir tu vitalidad y fundirte a mí, restableciendo la armonía para encontrar la paz.

Te extraño tanto a ti, que eres mi presente y mi futuro, por llevar en tus genes mi linaje, por darme la luz de la alegría en mis noches más oscuras, se los digo a ustedes mis hijos, a los que en forma callada espero haberles infundido los valores para abrirse paso por la vida, a ustedes mis amores, que han encontrado el valor para decirme a mi cara mis aciertos y mis errores, a los que tal vez les hubiese gustado que fuera un superhéroe, pero resulté ser compasivo y tolerante, a los que les enseñé a ser humildes y no a empuñar la espada para combatir la intolerancia.

Te extraño a ti, producto de la semilla de trigo fecundada, por dar abundantes frutos, que me han hecho sentir orgulloso y no permitir que se doblegue mi ánimo con el paso del tiempo, a ustedes mis amados nietos, que pasaron de escuchar cuentos a escuchar consejos del viejo árbol que les dio cobijo cuando se acercaba un temporal y ahora les da sombra para que puedan descansar.

Te extraño a ti, apoyo incondicional, cálido abrazo y consejo, soporte de mis desconsuelos, sanador de mis heridas emocionales, a los que he amado más que amigos y se convirtieron en hermanos, a los que ya encontraron la paz en la eternidad y a los que estando aquí aún me acompañan y me dan consuelo en mis caídas.

Pero al que nunca extraño porque siempre ha estado en mí, al que ha sido mi Padre, mi amigo, mi hermano, al Maestro de este eterno aprendiz de discípulo, mi Dios, mi todo: Jesucristo.

 

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