La naturaleza ofrece maravillosas oportunidades para reflexionar sobre la vida, y resulta, que una hermosa mañana de un excelente día, iba caminado por una vereda rumbo a un cerro cercano muy próximo al casco de la hacienda donde se encontraba la casa de mis abuelos maternos; extasiado veía el verdor que me ofrecía el paisaje, aspirando el aroma de las flores, sintiendo a cada paso, cómo la hojarasca esparcida sobre el suelo. como mullida alfombra, amortiguaba el peso de mi cuerpo; de pronto, me encontré con un caminante, quien muy serio pasó a mi lado sin detenerse, me llamó la atención el hecho de que, a pesar de estar solos en aquel lugar, no respondiera a mi saludo cordial; más adelante, lo vi descansando, sentado sobre el tronco de un árbol, aprovechando que las tupidas ramas le obsequiaran una refrescante sombra. Sin saber por qué, me detuve cuando llegué a su lado , y de nuevo lo saludé, ofreciéndole  la mejor de mis sonrisas; pero a pesar de eso , aquel caminante no salía de su mutismo; habían pasado unos minutos, cuando se aproximó a nosotros, un hombre entrado en años, cuyo andar era pausado, llevaba en su mano izquierda una vara que le servía de apoyo, y deteniéndose junto a nosotros, nos saludó amablemente y nos pidió permiso para sentarse a nuestro lado, una vez acomodado en un extremo del tronco,  empezó a platicarnos de cómo él había pasado ya muchas veces por aquella vereda, cuando sentía la necesidad de ir al cerro a meditar. Extrañado le pregunté sobre el motivo de su meditación y él contestó: ¿Acaso ustedes nunca han tenido la necesidad de hablar con Él? Al escuchar esto, el caminante volteó a verlo y también extrañado como yo, le preguntó: ¿A quién? Aquel enigmático personaje, ya no dijo una palabra más, se levantó y siguió su camino. Una vez solos, nuevamente, el caminante me preguntó: ¿Sabe usted de que hablaba ese hombre? Entonces yo le pregunté a él: ¿Y tú, por qué andas caminando por esta vereda, a dónde vas? Y él respondió: Yo sólo tenía ganas de caminar y entonces, encontré esta vereda, y en ella me encontré con usted. Y en seguida me preguntó: ¿A dónde va usted? Y le contesté: Voy a donde otros van, buscando una respuesta, para saber lo que quieren.

Si quieres una respuesta a todo aquello que permanece en tu interior y no logras saber qué es, sigamos por el camino del hombre que acaba de marcharse, seguramente él si sabe cuál es el camino donde encontraremos la verdad.

Correo electrónico:

enfoque_sbc@hotmail.com