Si todo fuera tan fácil, le dije; ella me miró como quien se esfuerza en ver a una figura lejana, y después de aclarar su vista, apretó mi mano, y les puedo asegurar, que, sin salir una palabra de sus labios, la escuché decirme: Claro que es fácil, tú lo haces difícil al pensar que debes de tener tantos cuidados conmigo y el temor te aleja, por eso,sueles poner barreras a tu amante corazón. Sí, siempre has tenido la razón, tengo miedo de besarte tan fuerte que tu fina piel de papel de seda pueda romperse, y sea por ello mi intensión, causa de tu dolor.
¿Entonces puedo…? Siempre has podido, pero no has querido, ahora acércate, quiero sentir tus labios sobre mi mejilla y quiero escuchar de ellos ese gracioso sonido que salía de ellos cuando de niño me besabas. ¿Y tú, madre, quieres besarme? Lo he hecho de siempre porque para mí sigues siendo mi hijo, para mí tu edad no significa nada, es el amor el que importa y nunca cambia, si acaso con el tiempo se va haciendo tan grande, que los besos suelensaber a gloria.
La besé entonces, como a ella le gustaba, con los labios del niño que formó en su vientre, no importó que ahora tuviese yo esos años que nos hacen ser temerosos, que nos hacen parecer titubeantes, ante situaciones diferentes, ante el silencio involuntario,causado por una patología, que limita a quien la padece, hacer lo que más se quiere, pero nunca podrá vencer el amor de una madre por sus hijos.
Madre, tus besos me saben a gloria, y espero que los míos te hagan sentir que nuestra historia se seguirá escribiendo, para dejar memoria, que el amor de una madre es eterno, por decisión de Dios Padre.
Y al sentir mis besos, dibujó en sus labios esa hermosa sonrisa, que no teniendo prisa, esperará paciente, cuando la sueve brisa anuncie la divina presencia de Jesucristo, en el encuentro callado,entre una madre y su hijo.
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